Elder Scrolls
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Artículo principal: 36 lecciones de Vivec

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El simulacro de la esposa del pastor de netch que llevaba el huevo de Vivec en su interior siguió adelante, buscando las tierras de los Indoril. A lo largo del camino, muchos más espíritus se acercaron a ella y ofrecieron instrucciones a su hijo-hija Vivec, el futuro poeta guerrero glorioso e invisible de Páramo de Vvarden.

Apareció una tropa de espíritus llamada Cabilderos del gremio de las coincidencias. Vivec comprendió el desafío al instante y dijo:

«El concepto popular de dios mata la casualidad».

El líder de los cabilderos, cuyo nombre se ha olvidado, intentó defender la existencia del concepto: «Decir algo al mismo tiempo puede ser mágico».

Vivec sabía que para conservar su divinidad debía ofrecer un argumento sólido contra la suerte, así que dijo:

«¿Acaso la revelación repentina de las condiciones correspondientes y los elementos dispares que se gelifican en el momento de la coincidencia no es uno de los requisitos necesarios para ser coincidente? La sincronicidad surge de las coincidencias repetidas a nivel inferior. Un análisis más detallado revela que el poder absoluto del número de coincidencias es lo que lleva a la idea de que dicha sincronicidad está guiada por algo más que el azar. Por lo tanto, la sincronicidad termina invalidando el concepto de lo casual, aunque sea el signo sintomático que hace que aflore en la superficie».

Así se destruyó la coincidencia en la tierra de los velothi.

Entonces, un Viejo Hueso de la tierra se alzó ante el simulacro de la esposa del pastor de netch y dijo: «Si vas a convertirte en el rey soberano del mundo, debes confundirlo con nuevas palabras. Hazme reflexionar».

Vivec respondió: «De acuerdo, deja que te hable del mundo, que comparto con misterio y amor. ¿Quién es su capital? ¿Has visitado la ruta escénica de su cameo? Yo sí... ligeramente, en secreto, perdiendo velas porque estaban en el lado falso, y he deslizado la mano por el borde de una sombra creada con ciento tres divisiones de calor, sin dejar pruebas».

Entonces, el Viejo Hueso se dobló sobre sí mismo veinte veces, hasta convertirse en algo parecido a la leche, y Vivec la bebió y se convirtió en el rey soberano del mundo.

Finalmente apareció el Canciller de la Exactitud, que se veía a la perfección desde todos los ángulos. Vivec comprendió el desafío al instante y le dijo:

«La certeza es para la lógica de los rompecabezas y las muchachas de glamur blanco que la albergan en su momento. Yo soy una carta escrita en la incertidumbre».

El canciller inclinó la cabeza y sonrió de cincuenta maneras diferentes y perfectas a la vez. Sacó el astrolabio de su túnica y, tras partirlo en dos, le entregó las dos mitades a la imagen huevo de Vivec.

Vivec se echó a reír y dijo: «Sí, lo sé. El trabajo esclavo de los sentidos es tan egoísta como el hielo polar y empeora cuando las energías se gastan en una vida que otros consideran afortunada. Para ser un rey soberano tendré que sufrir muchas cosas que no se pueden sufrir y sopesar asuntos que no se pueden medir con un astrolabio o una brújula».

El fin de las palabras es ALMSIVI.

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