Elder Scrolls
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Artículo principal: 36 lecciones de Vivec

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Entonces llegó la guerra contra los hombres del norte, en la que Vivec guio al hortator hacia una unión rápida y complicada con los dwemer. Los mayores jefes demoníacos del gélido oeste fueron los que se enumeran a continuación, cinco en número impío.

HOAGA, la Boca de Lodo, quien apareció como un gran rey barbudo y tenía los poderes de ordenar y respirar en la tierra. En los campos de batalla, se solía ver a este demonio al margen, comiendo tierra con voracidad. Cuando sus hombres caían, Hoaga rellenaba sus cuerpos con ella y entonces se levantaban y volvían a luchar, aunque eran algo más lentos. Tenía un nombre secreto, Fenja, y destruyó diecisiete aldeas chimer y dos alcázares dwemeri antes de que le derrotaran.

CHEMUA, el Hambre Rauda, quien apareció como un soldado montado con casco completo y tenía los poderes del corazón rugiente y del cielo enfermizo. Devoró al héroe chimer Dres Khizumet-e y envió al espíritu de vuelta con el hortator como un asesino. Chemua, al que a veces llaman el Primer Canalla, podía provocar dolor de estómago a las nubes y convertir la lluvia de Veloth en bilis. Destruyó seis aldeas chimer antes de que Vivec y el hortator le dieran muerte.

BHAG, el Dos Lenguas, quien apareció como un gran rey barbudo y tenía los poderes de la seguridad y el cambio de forma. A pesar de su reducido número, sus hombres enloquecieron en las tierras interiores del oeste y mataron a muchos tramperos y exploradores velothi. Cayó en una gran disputa con Vivec, pues solo el poeta guerrero podía entender el habla de dos tipos de norteño, aunque ALMSIVI tuvo que permanecer invisible durante la discusión.

BARFOK, la Doncella de los Planos, quien apareció como una humana alada con una lanza incrustada y tenía el poder del desenlace de los eventos. Todas las batallas que libraba acababan con una victoria para ella, pues podía cambiar el resultado cantando. Destruyó cuatro aldeas chimer y dos alcázares dwemeri con el poder de su decisión. Vivec tuvo que meterle su dedo de leche en la boca para impedir que cantara y dejara Veloth en ruinas.

YSMIR, el dragón del norte, quien siempre aparecía como un gran rey barbudo y tenía poderes innumerables y reverberantes. Era oscuro y sombrío, así como el más callado de los jefes invasores, pero cuando hablaba, las aldeas se levantaban y acababan en el mar. El hortator se enfrentó a él desarmado, ensordeció los rugidos del dragón con una mano hasta que la garganta se desangró por su propio poder. Vivec recibió estos rugidos y los vinculó a un marco de escucha de ébano que colocó en la cara y las orejas de Ysmir para que enloqueciera.

«Todo lo que viene y se aleja llevan consigo todas las cosas. Lo que diré ahora será desagradable de recordar: ¡HERMA-MORA-ALTADOON! ¡AE ALTADOON!».

El fin de las palabras es ALMSIVI.

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