Akatosh es conocido como Auri-El entre los elfos, y Bormahu (padre) entre los dragones. Es la deidad líder de los Nueve Divinos (el culto religioso prescrito de Cyrodiil y sus provincias) y creador de la raza argoniana.
Está presente en todas las religiones tamriélicas excepto en la de los dunmer (Lorkhan es en realidad el único presente en cada tradición), y la de los nórdicos, donde aparecía con el nombre de Alduin pero tras los sucesos de The Elder Scrolls V: Skyrim se ha comprobado que son dos entidades distintas. Su avatar es un dragón y a menudo se le llama el dios Dragón del Tiempo.
Es generalmente considerado el primer dios de la creación. Después otros espíritus aparecieron y surgieron los diversos panteones del mundo. El espíritu del aedra Akatosh es el dios Supremo del Imperio cyrodílico, donde encarna las cualidades de resistencia, invencibilidad y legitimidad eterna promoviendo las virtudes del deber, del servicio y la obediencia.
La mayoría de los rastros de Akatosh desapareció de antiguas leyendas chimer durante su supuesto 'éxodo', principalmente debido a la asociación y la estima del dios con los altmer. Sin embargo, varios aspectos de Akatosh que parecen importantes para las razas mortales, es decir la inmortalidad, historicidad y genealogía, convenientemente han vuelto a aparecer en Almalexia, la más popular del Tribunal divino de Morrowind; como una figura materna, ella también encarna la idea de ser la progenitora. Así que se podría decir que, al menos, las cualidades de Akatosh no son totalmente descuidadas entre los dunmer, aunque su nombre sí.
Se cree que Akatosh es el padre de todos los dragones y su líder Alduin fue llamado "Primogénito de Akatosh". Akatosh es el patrón de la Capilla de Akatosh, la orden religiosa dedicada a su adoración y glorificación, en la que se refieren a él como el "Gran Dragón".
Akatosh puede manejar el tiempo a voluntad, logrando así saber todo lo que ha pasado, pasa y pasará. Es él quien posee la autoridad y el poder suficientes para leer el pergamino antiguo de El Comienzo y escribir en él.
Su forma más habitual es la de un dragón dorado rodeado de llamas solares, aunque se sabe que Akatosh puede cambiar de forma a voluntad, como fue en el caso de su primera aparición ante Alessia con forma de un anciano humano gigante. Akatosh es quien mantiene a raya a las fuerzas daédricas e impide que invadan Nirn, y es quien conoce la magia mejor que nadie en toda Aurbis. Ha tenido varios enfrentamientos con príncipes daédricos, como Mehrunes Dagon, Molag Bal o Jyggalag. La última vez que se le vio fue en el Templo del Único de la Ciudad Imperial, luchando contra el señor daédrico Mehrunes Dagon y derrotándolo, para así restaurar la paz en el mundo.
Akatosh unió místicamente su sangre con la de Alessia, ayudando así a forjar el Primer Imperio. El Amuleto de Reyes era la principal muestra de este patrocinio, y permitió al nuevo Imperio de Cyrodiil beneficiarse de su influencia estabilizadora, manteniendo la barrera entre Mundus y los planos de Oblivion. Cuando esa barrera fue amenazada durante la Crisis de Oblivion, Martin Septim fue capaz de invocar el espíritu de Akatosh y transformarse en el avatar de Akatosh, que apareció en la forma de un gigantesco dragón de fuego. Este avatar de Akatosh derrotó a Mehrunes Dagon, restableciendo la barrera mística entre los reinos daédricos y Tamriel. El avatar de Akatosh se transformó en una estatua y ahora se encuentra dentro de las ruinas del Templo del Único.
En la tradición de los elfos, Auriel está acreditado con la creación del Escudo de Auriel y el Arco de Auriel. El Arco lo utilizó para lanzar el corazón de Lorkhan en lo que hoy es la Montaña Roja. Sin embargo, las tradiciones cyrodílicas de los hombres no mencionan estos artefactos como parte de sus historias de Akatosh y no proporcionan ninguna explicación o existencia sobre su origen.