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Por el maestro de armas Grutsug

«Grutsug», me pregunta la gente, «¿qué arma debería usar? ¡Hay tantas opciones!». Pues sí, amigos míos poco duchos en la batalla, hay muchísimas opciones. Pero no os preocupéis, porque no hace falta que escojáis solo una. De hecho, si os parecéis a mí, ¡os divertiréis mucho más con dos!

Reducirlas a dos también es difícil, así que os aconsejo que las probéis todas para saber cuál os va mejor. Debéis sentiros cómodos con vuestras armas y estas deben amoldarse a vosotros. Conozco soldados y mercenarios que nunca han probado un arma distinta a la espada y, cuando les animo a blandir un martillo, es como si se abriera un mundo nuevo para ellos. Lo mejor es que no tienen que abandonar la espada que conocen tan bien, sino solo el escudo. Y así es como debe ser. Los escudos son un símbolo de miedo y debilidad, así que no deberíais usarlos.

Como toda arma tiene sus pros y sus contras, es bueno que tengáis un poco de información sobre cada una de ellas. Las hachas son fabulosas para aquellos que poseen una fuerza excepcional en los brazos, pero hay que prestar atención para que el borde afilado se clave en el enemigo. Los martillos son otra gran opción para las personas fuertes y resultan útiles contra las armaduras pesadas, pues aplastan el cuerpo que protegen. Sin embargo, suelen ser pesados y podrían ralentizaros. Las espadas son la opción habitual para los principiantes, pero mantenerlas en buen estado y blandirlas con elegancia requiere tiempo y dedicación. No he usado mucho las dagas, pero si os acercáis lo suficiente blandiendo cualquier otra arma, pueden ayudaros a zanjar el asunto.

Para mí, las mejores armas son el hacha y el martillo. Blandiendo mi hacha, Muerte Sombría, con la mano derecha, puedo asestar poderosos ataques contra enemigos desprovistos de armadura pesada. Cuando me enfrento a enemigos más protegidos, cojo mi martillo, Machacador de cráneos, y les asesto un golpe de mandíbula que lanza el casco por los aires y los deja fuera de combate. ¡Y entonces, vuelvo a coger el hacha!

Por cierto, una vez que hayáis elegido vuestras armas, tenéis que ponerles un nombre. ¡Así podréis gritarlo para asustar al enemigo! Además, esto os ayudará a desarrollar una relación sana basada en el caos y la emoción de la batalla.

Bueno, si queréis acercaros a mi nivel, tendréis que dedicar mucho tiempo al entrenamiento, pero no os preocupéis. Cada combate es una oportunidad para aprender. De modo que salid ahí fuera, coged un arma y después, coged otra. ¡Todo un mundo está esperando a que aplastéis, acuchilléis, golpeéis y apuñaléis para haceros con los tesoros y la gloria!

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