Localización[]
Daggerfall[]
- Librerías al azar.
Morrowind[]
Oblivion[]
- En Libros del Sur, en Leyawiin.
- En Libros de Mach-Na, en Cheydinhal.
Skyrim[]
- En El arcaneum.
Contenido[]
En el segundo volumen dimos cuenta del cálido recibimiento que el emperador Tiber Septim dispensó a Barenziah a su llegada a la recién construida Ciudad Imperial. Durante el año y medio que vivió allí la muchacha, recibió el mismo trato que si de una hija perdida y recuperada se tratara. Tras unos felices meses durante los que aprendió sus deberes como reina vasalla del Imperio, el general imperial Symmaco la escoltó hasta El Duelo, donde se erigió como reina de su pueblo con sus sabios consejos. Poco a poco se enamoraron y contrajeron matrimonio en una espléndida ceremonia oficiada por el mismísimo emperador.
Transcurridos cientos de años de matrimonio, la pareja real tuvo un hijo, Helseth, entre celebraciones y alegres oraciones. Aunque en ese momento no se sabía, el Báculo del caos había desaparecido poco antes de su escondite en las profundidades de las minas de El Duelo a manos de un inteligente y misterioso bardo al que solamente se le conocía por el nombre de Ruiseñor.
A los ocho años del nacimiento de Helseth, Barenziah tuvo una hija a la que pusieron el nombre de su abuela paterna: Morgiah. La pareja real no podía ser más dichosa. Por desgracia, las relaciones con el Imperio se deterioraron al poco tiempo y surgieron motines en El Duelo. Tras infructuosas pesquisas e intentos de reconciliación, Barenziah viajó con sus hijos a la Ciudad Imperial en un último intento por hablar con el emperador Uriel Septim VII. Symmaco permaneció en El Duelo para hacer frente al descontento de los campesinos y el desencanto de los nobles, y así evitar en la medida de lo posible un levantamiento inminente.
En audiencia con el emperador, Barenziah hizo uso de su magia y averiguó, entre horrorizada y pasmada, que tenía ante sí a un impostor, nada más y nada menos que el bardo Ruiseñor, ladrón del Báculo del caos. Barenziah se controló todo lo que pudo y disimuló saber la verdad ante el impostor. Esa misma noche llegaron ecos de la derrota de Symmaco ante los campesinos de El Duelo, levantados en armas: el reino estaba en poder de los insurgentes. Llegado este punto, Barenziah no sabía a quién recurrir ni dónde buscar ayuda.
Parecía que los dioses, en una noche tan aciaga, hubiesen decidido compensarla por su pérdida. El rey Eadwyre de Roca Alta, viejo amigo de Uriel Septim y Symmaco, andaba por allí haciendo una visita de cortesía. La consoló, le demostró que podía confiar en él y confirmó sus sospechas de que quien se hacía pasar por el emperador no era otro que Jagar Tharn, el mago guerrero imperial y uno de las numerosas apariencias del bardo Ruiseñor. Al parecer, Tharn se apartó del mundo y nombró sustituta a su ayudante Ria Silmane. Silmane fue ajusticiada en extrañas circunstancias (hay quien dice que algo tramaba, por lo que la ejecutaron sumariamente). No obstante, su espíritu se le apareció en un sueño a Eadwyre y le reveló que Tharn tenía preso al verdadero emperador en una dimensión aparte, adonde se lo llevó raptado. Tharn echó mano del Báculo del caos para matarla antes de que avisase al consejo de ancianos de su nefanda confabulación.
Juntos, Eadwyre y Barenziah acordaron cómo hacerse con la confianza del falso emperador. Entre tanto, otro amigo de Ria conocido tan solo como "el Campeón" y que aparentemente tenía un increíble potencial por descubrir, estaba preso en las mazmorras imperiales. Sin embargo, Ria le leía los sueños y le pidió que aguardase hasta que trazara un plan para que pudiera escapar. Llegado el momento, se podría emplear a fondo a fin de desenmascarar al impostor.
Barenziah continuó engatusando al falso emperador y terminó haciéndose su amiga. Consiguió encontrar la manera de leer su diario secreto y fue así como se enteró de que el impostor había roto el Báculo del caos en ocho pedazos que ahora yacían ocultos y dispersos por los confines de todo Tamriel. También logró hacerse con la llave de la celda del amigo de Ria y sobornó a un guarda para que la dejase allí como por casualidad. Su Campeón, cuyo nombre incluso Barenziah y Eadwyre desconocían, se escapó por una puerta corrediza que Ria había abierto en un oscuro rincón de las mazmorras gracias a sus ya depauperados poderes. El Campeón estaba libre finalmente y enseguida se puso manos a la obra.
Barenziah tardó unos cuantos meses más en averiguar dónde se escondían los ocho fragmentos del Báculo, pero lo logró gracias a conversaciones ajenas que consiguió escuchar, así como unas cuantas consultas al diario de Tharn. En cuanto se hizo con tan importante información, que comunicó de inmediato a Ria, y esta a su vez al Campeón, Barenziah y Eadwyre actuaron de inmediato. Huyeron a Quietud, reino ancestral de la provincia de Roca Alta, donde lograron imponerse a los secuaces de Tharn, que de vez en cuando intentaban llevarlos a la Ciudad Imperial o vengarse sin más. Tharn podía ser muchas cosas, pero nadie le tomaba el pelo (excepto Barenziah, quizás) y dedicó todo su empeño en perseguir al Campeón para acabar con él.
Como ya sabemos, el valiente, incansable y siempre desconocido Campeón logró juntar las ocho piezas del Báculo del caos. Con este, destruyó a Tharn y rescató al emperador verdadero, Uriel Septim VII. Después de lo que se dio en llamar "la Restauración", la Ciudad Imperial fue testigo de las magnas exequias en honor de Symmaco, tan merecidas por sus largos años de servicio a la dinastía Septim.
La amistad entre Barenziah y el buen rey Eadwyre surgió durante sus peripecias y tribulaciones y, al poco de huir de la Ciudad Imperial, decidieron desposarse ese mismo año. Los hijos de su anterior matrimonio con Symmaco permanecieron con ella y nombraron a un regente para que gobernase El Duelo en su ausencia.
Hasta el día de hoy, la reina Barenziah ha permanecido en Quietud con el príncipe Helseth y la princesa Morgiah. Cuando fallezca Eadwyre, piensa volver a El Duelo. Eadwyre contrajo matrimonio a una edad muy avanzada, por lo que Barenziah sabía que desgraciadamente tal día no quedaba lejos según los cálculos de los elfos. Hasta que eso suceda, comparte el trono de Quietud con su esposo y parece contenta con la paz y anonimato alcanzados.