Uriel III no solamente se proclamó emperador de Tamriel, sino también Uriel Septim III, incorporando tan noble apellido a su título. Su apellido verdadero era Mantiarco, heredado de la familia de su padre. Con el tiempo, Uriel III fue derrocado y sus crímenes vengados, pero la tradición de llamar Septim a los emperadores de Tamriel prosiguió tras su muerte.
Durante seis años, la Guerra del Diamante Rojo (que recibe su nombre de la famosa insignia de la familia Septim) dividió al Imperio. En liza estaban los tres hijos que sobrevivieron a Pelagio II: Potema, Céforo y Magnus, además de sus respectivos vástagos. Potema, cómo no, apoyó a su hijo Uriel III y contó con el apoyo de todo Skyrim y la norteña Morrowind. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de Céforo y Magnus, la provincia de Roca Alta cambió de bando. Las provincias de Páramo del Martillo, la isla de Estivalia, Bosque Valen, Elsweyr y Ciénaga Negra estaban divididas, pero la mayoría de monarcas se puso del lado de Céforo y Magnus.
En el año 127 de la Tercera Era, Uriel III fue capturado en la batalla de Ichidag, en Páramo del Martillo. Cuando lo llevaban a juicio en la Ciudad Imperial, la muchedumbre se hizo con su carro y lo quemó con él dentro. Su tío, responsable de su captura, prosiguió su camino hasta la Ciudad Imperial y fue coronado Céforo I, emperador de Tamriel, por aclamación popular.
El reinado de Céforo estuvo marcado por la guerra. Era un hombre bueno e inteligente, pero lo que Tamriel precisaba era un gran guerrero y, por suerte, también lo era. Le hicieron falta diez años más para lograr doblegar a su hermana Potema, conocida como la "Reina Loba de Soledad", que murió en el sitio de su ciudad estado en el año 137. Céforo moriría tres años después. Durante su reinado no halló la ocasión para contraer matrimonio, por lo que fue su hermano y cuarto hijo de Pelagio II quien ascendió al trono.
El emperador Magnus, que recibió la diadema imperial a una edad muy avanzada, consumió la mayor parte de las energías que le restaban en castigar a los pérfidos reyes que participaron en la Guerra del Diamante Rojo. Las leyendas acusan al hijo de Magnus y heredero Pelagio III de haber matado a su padre, pero es harto improbable pues Pelagio era rey de Soledad tras la desaparición de Potema y apenas visitaba la Ciudad Imperial.
Pelagio III, al que a veces se le llamaba "el Loco", fue proclamado emperador en el año 145 de la Tercera Era. Ya casi desde el inicio de su reinado, sus excentricidades se dejaron sentir en la corte. Fue la vergüenza de los dignatarios, origen de ofensas para los reyes vasallos y suicida frustrado al concluir un magnífico baile imperial. Su sufrida esposa fue nombrada finalmente regente de Tamriel, y Pelagio III pasó por varios hospitales y retiros hasta que falleció en el año 153 de la Tercera Era a la edad de 34 años.
La emperatriz regente de Tamriel fue proclamada con el nombre de Katariah I al morir su marido. Los que aún piensan que el linaje de los Septim no acaba con la muerte de Kintyra II consideran que la ascendencia de esta elfa oscura es un indicio real de su declive. Por su parte, sus defensores afirman que el hijo que tuvo con Pelagio era descendiente de Tiber, por lo que la línea sucesoria continuó inquebrantada. A pesar de las acusaciones racistas, los cuarenta y seis años de reinado de Katariah se cuentan entre los más celebrados en la historia de Tamriel. Descontenta con la Ciudad Imperial, Katariah se dedicó a recorrer el Imperio a lo largo y ancho como ningún otro antecesor había hecho desde los tiempos de Tiber. Curó las heridas causadas por la ruptura de alianzas y la falta de diplomacia del anterior emperador. El pueblo de Tamriel terminó queriendo a su emperatriz mucho más que los nobles. La muerte de Katariah durante una escaramuza de poca monta en la Ciénaga Negra es uno de los temas favoritos de los historiadores con querencia por la conspiración. Se podría catalogar de revelación el descubrimiento hecho por el sabio Montalio, según el cual una rama desheredada de la familia Septim se vio implicada en la confrontación.
Cuando Cassynder ascendió al trono al morir su progenitora ya estaba en la plenitud de su vida. Al ser solo medio elfo, envejeció como un bretón. De hecho, dejó el trono de Quietud en manos de su medio hermano Uriel debido a su frágil estado de salud. No obstante, al ser el único pariente que tenía vínculos de consanguinidad con Pelagio y, por lo tanto, de Tiber, le obligaron a aceptar el ascenso al trono. A nadie le extrañó que el reinado del emperador Cassynder fuera tan breve. No habían pasado dos años y ya compartía el sueño eterno con sus predecesores.
Uriel Lariat, hermanastro de Cassynder e hijo de Katariah I y su consorte imperial Gallivere Lariat (tras la muerte de Pelagio III), abandonó el reino de Quietud para gobernar como Uriel IV. Uriel IV era todo un Septim por ley: Cassynder lo adoptó al erigirse monarca de Quietud. No obstante, para el consejo y el pueblo de Tamriel seguía siendo el hijo ilegítimo de Katariah. Uriel carecía del dinamismo de su madre y su largo reinado de cuarenta y tres años fue caldo de cultivo para distintos alzamientos.
La historia de Uriel IV se narra en la tercera parte de la presente crónica.