Elder Scrolls
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Dragonborn[]

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Nada altera más los sentimientos de un dunmer que el penoso espectáculo de ver a otro dunmer esclavizado por ese derivado del azúcar llamado "skooma". Y no hay nada menos atractivo que escuchar las patéticas historias de humillación y degradación asociadas a una víctima de esta droga tan adictiva.

Entonces, os preguntaréis, ¿para qué obligarme a contar esta narración profusa y detallada de mis pecados y pesares?

Porque espero que, al contar mi historia, pueda conocerse más ampliamente la esperanza de redimirse de tan lastimoso estado. Y porque espero que los otros que hayan caído también en este penoso estado de adicción al skooma puedan por ende oír esta historia de cómo me sumí en la desesperación y de cómo me volví a encontrar y me liberé de las cadenas que yo mismo me había puesto.

Pues todos los khajiitas saben, de los que se puede esperar que sepan, que no existe un remedio para la adicción al skooma, que una vez eres esclavo del skooma, siempre lo serás. Y como es ampliamente sabido, se toma por cierto, pero no lo es. Yo soy la prueba viviente de ello.

No hay ninguna cura milagrosa. No existe una poción que pueda beberse, ni un ensalmo mágico que te libere de la emoción que te produce el skooma corriendo por tu sangre.

Pero es mediante la comprensión de dicha emoción, la aceptación del deseo de ella que uno abriga y el dejar a un lado la vergüenza que el buscador de emociones siente cuando no puede ignorar en lo que se convierte al fin su único consuelo y placer, es mediante este conocimiento y comprensión que la víctima llega al lugar donde puede tomar decisiones, donde pueden separarse esperanza y desespero.

En definitiva, solo el conocimiento y la aceptación pueden poner en manos del esclavo la llave que abre sus grilletes y le permite ser libre.

Apariciones[]

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