Elder Scrolls
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Como doctor en mitomisticismo transliminal, me he interesado durante mucho tiempo por la cuestión alma/cuerpo, la reconstitución del cuerpo daédrico después del destierro y la formación del cuerpo alrededor de la esencia conocida vulgarmente como el «vestigio». Desde que nos trasladaran de manera forzosa a Puerto Gélido, cortesía de Nuestra Luminosa Señora, he tenido una oportunidad considerable de observar estos procesos con mis propios ojos, y ahora estoy en condiciones de confirmar muchas hipótesis que, según Mundus, estaban destinadas a quedarse en meras conjeturas.

Durante siglos se ha supuesto que un daedra -que carece del ánima anúica que conocemos como «alma»- no muere cuando se destruye su cuerpo. Un daedra al que matan en Mundus se ve «desterrado», simplemente, devuelto a su plano de origen, donde su morfotipo -o «vestigio»- forma de manera gradual un nuevo cuerpo, de modo que al final el daedra revive (esto también sucede cuando se mata a un daedra en su Oblivion nativo).

Además, sabemos desde hace mucho tiempo por los mismos daedra que sus cuerpos están formados por la materia misma del caos, la «creatia» de Oblivion, un material informe pero lleno de energía que se acumula alrededor de un vestigio hasta que se ajusta al patrón inherente del morfotipo.

Estando en Mundus, había tenido la ingenuidad de imaginar esta creatia como una especie de material brumoso y amorfo que se arremolinaba en el vacío en alguna parte. Después de que llegáramos a Puerto Gélido, pasó algún tiempo antes de que me diera cuenta de que sus omnipresentes charcos de limo azul, la sustancia que hemos dado en llamar «plasma cerúleo», eran de hecho la forma que adopta la creatia en este plano. Por extensión, coligué que la creatia caótica adopta una forma planar diferente pero apropiada en cada reino de Oblivion, y esta teoría me la confirmaría más tarde el pícaro xivilai conocido como el Peregrino, que ha pasado por numerosos planos de existencia.

De hecho, fue él quien me llevó por primera vez a una de esas grutas secretas donde se puede observar el proceso de acumulación del plasma (para encontrar tales grutas, donde «nacen» los daedra, solo es necesario observar el lento flujo del plasma cerúleo y seguirlo hasta su destino, ya que la acumulación de este provoca un lento drenaje en las charcas adyacentes). Fue fascinante observar cómo un vestigio absorbía de manera gradual el plasma cerúleo y lo transformaba de algo general a algo específico, de modo que, con el tiempo, adoptó lentamente el tamaño y la forma de un enorme daedroth reptiliano.

Luego están los pobres esclavos conocidos como «almas condenadas». Cada uno es un mortal al que arrebataron de Mundus en el momento de morir, su alma robada por Molag Bal con algún propósito impensable y dada a cambio el vestigio que le permite formar un cuerpo falso aquí en Puerto Gélido. Pero no son originarios de Oblivion, por lo que el cuerpo de un alma condenada es un triste remedo del cuerpo que usara en vida, pues sufre un rápido desgaste y deterioro hasta que muere, una muerte que no es una liberación, porque su vestigio no hace más que volver a formar un cuerpo una y otra vez, ad infinitum...

Esos son los hechos. Lo que sigue es pura especulación, nacida de conversaciones con el Peregrino durante sus visitas, tan poco frecuentes como impredecibles. Él tiene la teoría de que los cuerpos de las almas condenadas son defectuosos porque han perdido el principio de concentración de su alma anúica, por lo que sus vestigios son patrones imperfectos. Me mostré de acuerdo en que esto es probable, y luego le propuse la posibilidad teórica de que un alma condenada, a pesar de haber perdido el ánima, conservara algún otro aspecto intrínseco anúico. Este, digamos, «dechado» de alma condenada formaría un cuerpo impecable en Puerto Gélido que sería un duplicado perfecto del cuerpo que usara en Mundus. De hecho, si este dechado tuviese una valencia anúica lo bastante alta, al entrar en contacto con la creatia padomaica, su cuerpo se formaría casi al instante.

El Peregrino se burló de mi teoría, pero pareció cautivado por la idea igualmente. Siguió especulando que, si tal cosa fuera posible, es probable que se diera en una situación en la que la existencia del Mundus corriera peligro. En tal caso, el Corazón de Nirn generaría de manera espontánea tales «dechados» como una forma de defenderse de la destrucción, de un modo análogo a la que un cuerpo mortal combate las infecciones.

Ay, Peregrino, cuánto extraño tu estimulante conversación. ¡Qué manera de hacer volar la fantasía! Y, sin embargo, dadas las maravillas que he visto en mi larga existencia en este plano, siempre me pregunto si habrá algo imposible de verdad...

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