nquietante giro de los acontecimientos. Esta noche, mis guardias me han traído a una intrusa que han encontrado cerca de la cueva. Al principio estaba comprensiblemente irritado. No solo me molestaron durante uno de mis pocos momentos de soledad junto a mi sierva predilecta, sino que he reconocido a la intrusa: una de las lecheras de Lucero del Alba. Ella también me recordaba, y aseguraba vehementemente que la acosaba a todas horas. ¡Falacias! Cierto que la había visto en alguna ocasión, pero distaba mucho de ser una de las doncellas más notables de la ciudad. Sus acusaciones, unidas a mi temor a nuevos intrusos, me han llevado a concluir que jamás deberá regresar a Lucero del Alba. Mis siervos han ejecutado mi sentencia con rapidez.
Su cadáver yace junto a mí mientras escribo estas líneas. Curioso. Sus ojos siguen llenos de vida. Tal vez pruebe un nuevo experimento esta noche, con material más fresco.