Terrfyg parece arrepentido, pero también ansioso de unirse a Hircine tras toda una vida de servicio como bestia.
Entonces veo a todos los siguientes heraldos desviar la mirada de Sovngarde y entrar en el coto de caza divino por su propia voluntad. Hasta que llega mi turno, y veo al gran Tsun en el brumoso horizonte, haciéndome señas. Parece que puedo elegir. Y entonces, a mi lado, aparece alguien a quien nunca había visto antes. Nos miramos a los ojos y nos volvemos para ver al mismo lobo que se llevó a Terrfyg a rastras, y los dos sacamos las armas juntos.
Me doy cuenta de que esto es solo un sueño, pero un sueño lo bastante poderoso como para inspirar a un hombre como yo a escribir, así que debe de tener alguna importancia.Vilkas era el que parecía más inquieto. Este chico es tan fiero en la batalla como un gato sable, pero el fuego de su corazón a veces arde demasiado fuerte. Se sintió engañado, y no le culpo. Farkas no sabía qué pensar, pero creo que se pondrá de mi parte y de la de mi hermano. Normalmente lo hace.
No sé qué hacer con Skjor y Aela. Sé que respetan a los Compañeros, y a mí, pero se inclinan hacia la sangre mucho más que el resto de nosotros.Mientras Vilkas me confiaba sus preocupaciones, a través de las sombras de Jorrvaskr vi a alguien desconocido acercarse que quería unirse a nosotros. Era la misma persona extraña que vi en mi sueño y que tomó las armas conmigo para enfrentarse a la bestia. Vilkas empezó a hablar de forma soslayada, al no querer airear nuestros problemas delante de extraños, y yo tuve que ser doblemente cauto para no revelar ninguno de nuestros secretos con la persona recién llegada ni revelar los detalles de mi sueño a Vilkas. De verdad que no entiendo cómo consiguen los políticos realizar este tipo de maquinaciones a diario.
En cualquier caso, he mandado a Vilkas para que ponga a prueba a la persona recién llegada. Veremos si <Alias.Pronoun=Player> tiene la madera de gran guerrero que mostró en mi sueño.Mientras tanto, busco alguna manera de purificar mi sangre. Los escritos y leyendas sobre el tema son escasos y contradictorios. No deseo meterme con cosas de hechiceros para esto, pero temo que ellos sean los únicos que sepan cómo desenvolverse en estos mundos de conocimiento.
Ahora me resulta claro que la elección de Terrfyg de hacernos cambiar fue un error. La magia y ese tipo de cosas no están en consonancia con el espíritu de los Compañeros. Nos enfrentamos a nuestros problemas directamente, sin tener que recurrir a tales trucos. Solo espero poder guiarnos de vuelta al verdadero camino de Ysgramor antes de que la podredumbre se apodere de mí.Aparentemente ella y <Alias=Player> están librando su propia guerra contra la Mano de Plata, como represalia por la muerte de Skjor. Sus corazones son nobles, pero la venganza es un plato que debe servirse frío, y temo el contraataque que puede producirse si no consiguen controlar su furia.
Sin embargo, <Alias=Player> muestra valor incluso en esta época tan turbia. No hemos tenido ocasión de hablar mucho, y eso es algo que lamento profundamente. Tengo grandes esperanzas en su destino, pues me he dado cuenta de que su aparición en mi sueño puede ser una señal de que me sucederá <Alias.PronounObj=Player> como heraldo.
He recibido pocos sueños a lo largo de mi vida, pero cuando llegan, he aprendido a confiar en ellos. He aprendido a confiar en los instintos de mi corazón, que me dice que <Alias=Player> puede continuar con el legado de los Compañeros de forma tan legítima como cualquiera que resida en Jorrvaskr, especialmente tras la pérdida de Skjor. Aela es demasiado solitaria, Vilkas demasiado exaltado y Farkas demasiado bondadoso. Solo <Alias=Player> tiene el temple de un auténtico guerrero capaz de tener una mente serena en medio de estos corazones en llamas.
Aunque no pienso decirle nada de esto. Sería una carga demasiado pesada para cualquiera. Mi esperanza es que podamos compartir consejos, que yo pueda impartir la sabiduría de los heraldos. Cada cosa a su tiempo. Primero, tendré que conseguir su ayuda para la cuestión de las brujas de Glenmoril. Parece que nuestro camino para obtener la cura no carece de justicia divina para quienes nos maldijeron en primer lugar.