Artículo principal: Libros (Oblivion)
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uando la media noche se acerca, yo sigo mirando como arde el fuego. La gran ciudad del hombre, Kvatch, estaba en ruinas. No hicieron caso a mis palabras. No me escucharon. Ahora están pagando el precio de la ignorancia. El hundido ataca rápida y duramente. Aplasta a los que osan oponerse a Él como si no existiesen. Las excusas del hombre caen en oídos sordos. El hundido no se lastima, no tiene compasión, sólo se decide y lleva a cabo. Y esta vez, con un poderoso ataque ha eliminado una triste plaga de hombres de sus tierras. Y aún así todavía está hambriento. Su apetito voraz. Kvatch no será la última ciudad en caer bajo su mano. El mundo de los humanos se hace cada vez más corrupto, y eso le enfurece. Las mentiras y traiciones del hombre serán su perdición y entretanto el hundido se impacienta cada vez más hasta que se canse de esperar o no acepte las ofrendas.
El peso recae de lleno en mí. Yo soy el último en conocer la existencia de aquel que hace temblar la tierra. Si no traigo la ofrenda, ¿Quien sabe que ciudad caerá presa de su capricho? ¿Anvil? ¿Chorrol? O quizás se fijará en el mayor centro de todos, la gran Ciudad Imperial. No, no debo dejar que eso suceda. Debo hacerle llegar la ofrenda tal y como hizo mi padre antes de mí. Hombres pueden caer bajo su mirada, pera antes deben tener el tiempo de aprender las enseñanzas de el hundido. Destruir al hombre ahora sería una pérdida. Y yo estoy seguro de que si se les da la oportunidad, éstos llegarían a comprender sus motivos. Sí, llevaré a cabo esta misión. Desafiaré las profundidades de la caverna de la arenisca para ponerme frente a Él. Mis armas serán mi coraje y mis palabras. El hundido cuidara de mi y me guiará. Debo partir pronto antes de que sea demasiado tarde. Si alguien encuentra estas páginas, sea consciente de yo, Slythe Seringi, hago esto por el bien de la humanidad.
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onforme desciendo por las profundidades de la caverna de la arenisca, me pregunto por qué ¿Por qué querría el hundido ponerme a prueba? ¿No he sido lo suficientemente fiel? ¿No he obedecido sus órdenes? ¿No he obtenido sus leyes? Este viaje ha sido cruel e injusto. Casi veo mi más de una vez. No se si podre llegar hasta su morada. Pero no ¡No puedo pensar de esta manera! ¡Debo llegar! Debo verlo. Si no lo hago, el mundo de los hombres está perdido. No me atrevo a demorarme más, no quiero sufrir su ira.
Debo llevarle a ofrenda
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e caído.
He fracasado. No llegaré a Él a tiempo. Y por mi culpa, el hombre está condenado. La criatura me saltó encima sin aviso y antes de que pudiera deshacerme de ella con mi magia, me descargó un golpe mortal. Ahora, todo Tamriel se enfrentará a la destrucción y muerte. Su cólera será intolerable, su furia inmensa. Kvatch no fue más que una pequeña muestra de su verdadero potencial. Todas las esperanzas se han perdido. El hundido se a despertado y pronto el hombre sufrirá su furia.