Artículo principal: Libros (Knights of the Nine)
El diario de sir Amiel es un libro de The Elder Scrolls IV: Knights of the Nine.
Localización[]
Contenido[]
Este diario es testimonio de un final fatídico consecuencia de mis propios errores.
A simple vista, algo que no deja lugar a duda. Si estás leyendo estas líneas, probablemente estarás sobre mi cadáver, en las profundidades de la Ermita de los cruzados. Quizás los dioses tuvieron a bien concederme el privilegio de vislumbrar el yelmo sagrado antes de morir, aunque fuera indigno de mí. Habré de aceptar que eres un caballero sagrado llegado hasta aquí en pos de las reliquias de los cruzados. Es en ti, noble caballero, en quien deposito mis esperanzas y a quien dirijo estas palabras. Espero que lo fatídico de mis errores te sirva para no acabar igual que yo.
Sé consciente de que mi propia muerte es sólo una prueba más de mis equivocaciones, una muerte esperada al fin y al cabo tras una larga vida. Los grandes ideales de los Caballeros de los Nueve, al servicio de los dioses y no de los hombres... La dedicación a los fines más elevados... Ésos son mis errores, de los que daré buena cuenta a continuación.
Redacto estas líneas y sólo el sonido de mi pluma es perceptible en la quietud del priorato. Me dispongo a embarcarme en mi última gesta en busca del yelmo de los cruzados. Sé que mis probabilidades de éxito son escasas. Soy demasiado mayor para tremenda hazaña. Esta búsqueda debería ser emprendida por la próxima generación de los Nueve. Sir Caius, sir Berich y el resto de los que quedamos atrás ya sólo servimos de testimonio épico de nuestros días de gloria. Pero... desafortunadamente, no hay tal generación futura. Sir Berich es mi más acérrimo enemigo y mis antiguos compañeros están todos muertos. Sólo quedo yo, el último obcecado caballero de una orden derruida.
Durante años, culpé a sir Berich de la desintegración de la orden. Sin embargo, con el peso de la edad, he sabido reconocer mi parte de culpa en tan trágicos acontecimientos. Ahora sé que las semillas de nuestra destrucción se esparcieron ya desde los inicios, si bien no dio sus frutos hasta mucho más tarde. Incluso en la vorágine de los primeros días, cuando partí con sir Caius y sir Torolf en busca de la coraza, supe abrir paso a mi gloria personal. La coraza era mía y, aunque se encontraba en el priorato, la porté en la batalla y acepté el clamor de mis compañeros y del pueblo para que la recuperara. Y así ocurrió lo demás. La espada y las grebas, recuperadas por sir Berich, se convirtieron en sus armas, así como los guanteletes distinguieron a sir Casimir. ¿Por qué no? ¿Acaso debía el armamento sagrado permanecer inutilizado aun cuando teníamos enemigos que derrotar? ¿Y quién mejor para utilizar tales armas que los caballeros que habían demostrado ser meritorios de ellas al recuperarlas? Eso fue precisamente lo que pensamos todos. Lo acontecido después fue producto de nuestra irreverencia.
Cuando sir Berich quiso llevar consigo sus reliquias en la lucha, ¿quién era yo para prohibírselo? Yo, que celosamente creía que la coraza era solo mía y de nadie más. Sir Berich estaba equivocado, pero yo lo estuve en primer lugar. Así, soy el primer culpable de la disputa por las reliquias. Yo, el líder y fundador de los caballeros, el que debiera haber servido de ejemplo, y que sin embargo fue el primero en reclamar la posesión de una reliquia.
Lo que sir Berich hiciera posteriormente que lo juzguen los demás. Ahora quiero que sepa, que no le culpo por la desaparición de la orden. Si tuviera oportunidad de decírselo personalmente, así lo haría. Él y yo somos ahora los únicos dos caballeros que quedan de la orden primera. El resto ha muerto y me he dedicado a recuperar sus cuerpos para darles sepultura en la cripta del santuario, como debiera hacerse con tan sagrados guerreros. A pesar de que no tuvieran el líder que merecían.
Ha llegado mi hora y he de partir en busca del yelmo. Si decidieras seguir mis pasos, noble caballero, ten en cuenta que el sótano del priorato permanece sellado. He cerrado el paso a las escaleras y sólo con mi anillo se podrá abrir. Mis hermanos los caballeros descansarán en paz custodiados por la coraza, la única reliquia que conserva la orden. Aunque la orden está oficialmente disuelta, en mis palabras transmito la esperanza y creencia de que los Caballeros de los Nueve algún día volverán a resurgir. Quizás tú seas el elegido para tal fin. Si es así, parte hacia el priorato del Bosque del Oeste. Utiliza mi anillo para abrirte paso hasta el sótano. Allí encontrarás la coraza. Toma posesión de ella si eres un caballero auténtico.
Que los Nueve te guíen y protejan. Parte con los dioses.
Sir Amiel
Priorato de los Nueve
El Bosque del Oeste
Condado de Skingrad
Año 153 de la era Septim
Apariciones[]
- The Elder Scrolls IV: Knights of the Nine (primera aparición).