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Ahí estaba yo, en la caravana donde comenzó todo. Aún no soporto viajar; el miedo me paraliza cada vez que pienso en partir.
Hace casi un año, me dirigía a Elsweyr por el gremio de magos, para una investigación sobre la flora autóctona de Duna. Me enviaron con una gran caravana bien protegida. A pesar de no viajar mucho, me sentía seguro entre los guardias y las pesadas carretas.
Esa ilusión se hizo pedazos en tan solo cuatro días tras el inicio nuestro viaje. Esa mañana, cuando nos preparábamos para partir, escuché que uno de los guardias del turno nocturno se había perdido. Al principio, mis compañeros de viaje se encogieron de hombros, asumiendo que solo había abandonado su puesto (según parece, es algo habitual), pero mientras continuamos cargando nuestras pertenencias, descubrimos su mochila. Partimos de todas formas, con la duda de qué le habría pasado rondando nuestras cabezas.
Al mediodía, uno de los guardias khajiita avistó algo frente a nosotros, en el camino. Se adelantó para investigar y, aunque es difícil imaginar a un khajiita pálido, este lo estaba cuando regresó. Fue directo al jefe de la caravana, sin decir nada. Tras indagar un poco, descubrí que el khajiita había encontrado el cuerpo del guardia perdido, que yacía en nuestro camino. Dicen los rumores que una sola flecha le atravesaba la garganta, marcada con la palabra «Dicha».
Ese solo fue el primero. Cada noche, otro guardia desaparecía. Cada día, su cuerpo era descubierto en el camino que recorríamos, con una flecha marcada con la palabra «Dicha» atravesando su garganta. La caravana entró en pánico. Algunos rogábamos dar media vuelta, pero para entonces ya estábamos a más de la mitad del camino hasta Duna, y el jefe de la caravana preferiría hacer oídos sordos. Nadie dormía, los guardias hacían dobles turnos, se construían hogueras alrededor de todo el perímetro..., pero sin falta alguna, siempre desaparecía alguien cada noche. Comenzamos a viajar sin detenernos, turnándonos para vigilar o dormir en la parte trasera de las traqueteantes carretas.
Desperté de un sueño inquieto a dos días de Duna cuando descubrí que mi carreta había dejado de moverse. Agotado, me senté lentamente y miré por uno de los laterales de la carreta. Todo lo que veía a mi alrededor eran cuerpos inertes. Cada uno de los miembros restantes de la caravana estaba muerto, con una flecha, marcada con la palabra «Dicha» atravesándoles las gargantas. Caminé entre ellos, intentando buscar signos de vida, pero me rendí y todo se puso negro. ¿Quién o qué pudo hacer esto? ¿Por qué? ¿Por qué escribir esa palabra en las flechas?
Apenas recuerdo nada de los dos días siguientes, hasta que llegué Duna. Estaba seguro de que me encontrarían, de que ellos, él o ella, simplemente no me vieron. Ahora creo que se suponía que debía de escapar y contar esta historia. Nadie me creyó... Cuando cabalgué con los guardias de la ciudad hasta el lugar de la masacre, no había nada. Ni un rastro. Me pregunté si me había vuelto loco, pero una semana después llegaron más informes sobre arqueros fantasmas jugando a su cruel juego con las caravanas, usando siempre flechas marcadas con la palabra «Dicha».
No he tenido la voluntad de dejar Duna y volver al gremio de magos, pues pensé que enviarían mensajeros a buscarme. Aunque hace meses que no recibimos informes, no puedo luchar contra el miedo y marcharme sin más.
Quienquiera que sea el responsable, sigue ahí fuera. Estoy seguro.
Apariciones[]
- The Elder Scrolls Online (primera aparición).