Elder Scrolls
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(Nota del editor: popularmente, siempre se ha considerado que «El Adabal-a» eran las memorias de Morihaus, el consorte de Alessia, la reina de los esclavos. Si bien esta presunción no puede llegar a probarse, sí que es cierto que se trata de uno de los manuscritos más antiguos de la Primera Era que ha llegado hasta nuestros días).

La muerte de Pelinal

En la sala del trono de la Torre Blanca y Dorada, el toro alado Morihaus, semidiós amante de Al-Esh, encontró la cabeza de Pelinal sobre un charco de sangre. De los labios de Pelinal brotaron las siguientes palabras: «Nuestros enemigos me han desmembrado y han escondido las distintas partes de mi cuerpo en lugares dispares. Los ayleid, ridiculizando nuestra sagrada empresa, me han escindido en ocho partes, obsesionados como están por ese número».

Morihaus, confundido y dejando escapar un bramido, le dijo: «Tus cruzados siguieron sus consejos, Descarga Blanca, pero yo soy un toro y como tal soy temerario. Si has dejado a algún prisionero con vida, me encargaré de que sufra. Tío, tu sangre es gloriosa y regresarás como un animal taimado o como luz purificadora. Cyrod aún es nuestro».

Y Pelinal habló entonces por última vez: «¡Cuidado, Morihaus, cuidado! Con la premonición de la muerte, sé ahora que mi enemigo aún vive, un amargo conocimiento que llevarme a la tumba. Mejor hubiera sido morir creyéndome victorioso. Aunque fue arrojado más allá de las puertas de la noche, regresará. ¡Estad alerta! Ya no puedo proteger a las huestes de los hombres del desquite de Umaril».

La joven Alessia durante los años de esclavitud

Se desconoce de qué tribu proviene Perrif, aunque creció en Sard, es decir, Sardarvar Leed, donde los ayleid apiñaban a hombres de todas partes del Niben como si fueran ganado: kothri, nede, al-gemha, hombres de kreath (que más tarde se supo que provenían del norte), keptu, hombres de ge que fueron aniquilados posteriormente cuando Nilichi, el rey de las flores, hizo un gran sacrificio a un dios insecto llamado [ilegible], al-hared, hombres de ket y muchos otros. Pero esto era Cyrod, el corazón del imperio saliache, donde los hombres no conocían la libertad, no podían vivir en familia ni elegir su nombre, al menos públicamente y, por tanto, estas denominaciones eran poco menos que irrelevantes para sus extraños amos.

Los hombres eran utilizados para levantar las piedras, drenar los campos, cuidar de los templos y caminos, o bien pasaban a formar parte de terroríficas obras de arte cuya temática era la tortura, como las ruedas aullantes de Vindasel, los jardines de vísceras de Sercen o las esculturas de carne de esclavos que abundaban en tiempos de los ayleid. Su destino podía ser incluso peor, como en los dominios de Hadhuul, el rey del fuego, donde les suministraban una mezcla de drogas daédricas que, al inhalarse, provocaban visiones horripilantes o donde se prendía fuego a los niños como simple diversión nocturna.

Morihaus explica los nombres de Alessia

Y entonces Morihaus dijo: «En vuestras historias son muchos los nombres que le dais: Al-Esh, cuando os dejó sobrecogidos y que traducido suena algo redundante («la alta alta»), y que después derivaría en Aleshut, Esha y Alessia. También la conocisteis como Paravant, cuando fue coronada («la primera de su estirpe»), palabra con la que los dioses querían destacar su valor y majestuosidad en la muerte, la misión y la curación. De ahí provienen Paraval, Pevesh, Perrethu y Perrif, así como el nombre que yo le daba cuando fuimos amantes: Paravania».

«Aunque me fue arrebatada, brilla aún con la luz de las estrellas, primera emperatriz, señora de los cielos, reina de Cyrod».

Y marcharon tras estimar que esta era la respuesta adecuada a sus preguntas.

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