Elder Scrolls

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Artículo principal: Libros (Online)

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El hilandero bosmer se paró frente a las lunas, una sola sombra con un cinturón de brillantes conchas.

«Y'ffre de la gran barba, habla a través de mí. Háblanos del tiempo antes del tiempo. Haz que la historia crezca en mí. Deja que mi corazón haga eco del golpeteo de tus pies junto a la historia, los huesos del mundo. Caminaré tus pasos y conoceré tu historia».

Los ojos del hilandero se cerraron. Sus dedos se deslizaron a lo largo del cinturón, eligiendo la forma y orientación de las conchas. Levantó un pie y, con deliberación, lo estampó en el suelo.

«Habla a través de mí, Y'ffre. Háblanos de los tambores de Mara, cuyo ritmo persiguió la oscuridad que corroía al Antiguo Ehlnofey. Mara, cuyos ojos brillan como brasas, conocida por los mer y conocedora de los mer, madre de miles y miles de niños, que ve la forma de Arkay y no se avergüenza, sino que respira profundamente su aroma».

El hilandero dio pasos atronadores y metódicos en la cima de la colina con los ojos cerrados, las manos trazando los patrones de la conchas envueltas alrededor de su pecho. Su voz avergonzaba las llamadas nocturnas de los insectos cercano hasta acallarlas.

Los otros que observaban permanecían en un silencio reverente, con los ojos cerrados, balanceándose al compás de los pasos del hilandero. Sus pies desaceleraron, dejando huellas profundas en la tierra. Ya no hablaba; suspiró; susurró.

«'Nosotros somos quienes somos', dice la tribu más alta, con una voz hecha de escalofríos de hojas. 'Saboreamos la tierra y sentimos vuestros pasos sobre nosotros. Fuimos la tierra del canto verde antes de que se pusieran los huesos. Antes de que hubiera antes y después'».

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