Elder Scrolls
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Artículo principal: Libros (Online)

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Nunca supimos de dónde vino. Apareció durante nuestro asalto a los Carniceros de Bosquepodrido, un terrible grupo que aterrorizaba a los viajeros a unas cuantas leguas de Abundancia. Encontramos su escondite, pero en su interior había más de los que esperábamos; debía de haber una entrada que no habíamos visto. Nos tenían acorralados, atrapados en esas inmundas cuevas que habían reclamado como suyas, cuando apareció de la nada, con un fuerte ruido metálico, cubierto de pies a cabeza con brillantes placas metálicas y cortando a bandidos en dos con cada mandoble. Las tornas habían cambiado a nuestro favor. Uno tras otros, los canallas de Bosquepodrido caían ante su hoja, hasta que no quedó ninguno.

Le di las gracias y le pregunté su nombre, pero no respondió. Confundido, intenté presentarme, hablarle de nuestra compañía y de nuestros esfuerzos por acabar con los bandidos y bestias por todo el norte de Bangkorai. Nada. Frustrados y algo inquietos, dejamos la cueva y nos dirigimos al campamento. Nos siguió. Le dije que no sería bienvenido si seguía ignorándonos y ocultando su rostro, pero de nada sirvió. Todos estábamos nerviosos e incómodos. No vimos ninguna señal de agresividad y no creo que nadie quisiese alzar su espada para retarlo después de ver la carnicería que hizo con los de Bosquepodrido.

Las cosas siguieron igual. No decía nada. Comía solo, lejos del campamento, y no parecía dormir nunca; tan solo se apoyaba contra un árbol o una roca toda la noche, sin quitarse jamás una pieza de su armadura. Ninguno de nosotros había visto semejante armadura antes. Era brillante, con piezas redondeadas y extraño patrón de grabados en forma de pluma. Era hermosa, plateada, con remolinos oscuros que la cubrían completamente. Nos sentíamos incómodos al principio (¿y quién no lo estaría?), pero jamás le hizo daño a nadie además de los bandidos a los que nos enfrentamos. ¡Y por Stendarr, sí que les hizo daño!

Nos comenzó a agradar su presencia, probablemente porque nos salvó el pellejo una y otra vez. Fue suyo el último golpe propinado a Corazón de Pantano la Fétida, una sucia arpía que había estado secuestrando a inocentes. Ella invocó un horrible hechizo que nos ralentizó a todos..., excepto a él. Fue él quién salvó a Agitalashojas de ser lanzado de un risco por Tripa Sangrienta, el jabalí que acabó con varios granjeros y su ganado. Incluso salvó mi propia vida más de una vez. Era incansable, temerario y, aparentemente, dedicado a nuestros objetivos.

Hasta la fecha me sigo preguntando si tenía un nombre, si él era acaso un «él». Supongo que jamás lo sabremos. Nos acompañó en nuestros contratos durante los siguientes seis meses, los más prósperos de nuestra historia; incluso añadimos caras nuevas a nuestras filas. Cuando llegó el invierno, nos dirigimos a Abundancia para nuestro descanso habitual (no hay muchos contratos decentes en esa época), y una mañana, se había ido. Ni un rastro, ni una señal, nada. Simplemente desapareció. No he conocido a nadie que haya oído de hablar de alguien como él, y siempre recibo más de una mirada rara cuando cuento la historia. Pero no importa. Esté donde esté, espero que se encuentre bien y que siga haciendo su trabajo.

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