Elder Scrolls

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He aquí una realidad leída en la corteza.

La cima de Ada-Mantia, además de su Piedra Cero, dictó la estructura de la realidad en su vecindad aúrbica, definiendo para los Huesos de la Tierra la historia o naturaleza dentro del despliegue del (cronológico) Cuento del dragón. Los aldmer o elfos meréticos tuvieron un único propósito solo hasta que se dieron cuenta de que las otras torres, junto con sus piedras, podrían contar diferentes historias, cada una siguiendo las reglas escritas por los Arquitectos de Varioro. Y así, los mer se autorrefractaron, cada uno a su propia creación; los chimer siguieron a Corazón Rojo, los bosmer cultivaron Savia Verde, los altmer alzaron Ley Cristalina, et alia.

Pero de todos los mer prismáticos, ningunos fueron más presuntuosos que los ayleid de las Tierras Centrales. construyeron su torre como emulación abierta de Ada-Mantia, usando como piedra central el gran diamante rojo que habrían descubierto: Chim-el-Adabal, que se dice que es la sangre cristalizada del mismísimo Corazón de Lorkhan (pues el corazón en su flecha sobrevoló las Tierras Centrales, dando nacimiento a uno de los significados cuaternarios de ese postnímico).

Así, Blanca y Dorada se convirtió en la Torre Uno que todos conocemos.

Como fue predicho por aquellos con ojos de polilla, el orgullo ayleid daría frutos amargos. A pesar de su visión en lo alto para contemplar los mundos superiores, no se percataron del hervor de los nedes a sus pies, hasta que los esclavos se rebelaron y les arrebataron la torre. Chim-el-Adabal fue arrebatada también, pero no antes de que el archimago Anumaril creara el Bastón de las Torres, compuesto de ocho fragmentos, cada uno representando una torre en su baile. Y luego siete de estos segmentos fueron llevados por los Caballeros Blancos y Dorados a lugares distantes, donde fueron ocultados.

(Pelin-al-Essia desconocía todo esto con total seguridad, ya que de lo contrario, ¡serían diferentes los Ocho Divinos!).

Hasta ahí, Blanca y Dorada. Proseguimos con Savia Verde.

Los elfos boiche fueron los Huesos de la Tierra que se mostraron más receptivos ante los cantos verdes de Jephre. No construyeron una torre, la cultivaron: un gran roble graht cuyas raíces brotaron de una semilla de la posibilidad. Y esta era su piedra. Y ya que era posible que la semilla se hallase en otros lugares, Savia Verde era por lo tanto varios y muchos. Y cada uno podía caminar.

Por ello, cada Savia Verde era también toda Savia Verde. Dentro de cada uno se contaban todas las historias del Verde, cuyos finales eran todos verdaderos, por lo que las puertas en su interior no siempre eran puertas ciertas. Mas los boiche convertidos en bosmer se habituaron a esto y aprendieron a apreciar estas puertas equívocas, pues así era su naturaleza en el cisma del prisma. De esta manera, los bosmer aprendieron qué canciones hacían bailar a los árboles y qué bailes podían realizar.

De vuelta al octavo segmento, o más bien, el Segmento Uno, pues Anumaril lo había creado en similitud a la Torre Uno, la cual en sí misma reflejaba la Torre Cero. Cuando los ayleid abandonaron las Tierras Centrales, se dirigieron a las ocho esquinas de la brújula. Fue una elección acordada, a pesar de que muchos de estos rincones significaban la perdición. Pero más ayleid huyeron hacia Bosque Valen que hacia todas las demás direcciones combinadas y eso, también, fue una elección acordada. Anumaril visitó esos clanes portando el Segmento Uno como fémur, pues ¿cómo puede hacer un radio que avance el centro si no se mueve?

Los elfos de Savia Verde dieron la bienvenida a los ayleid siempre que estos accedieran a no disonar el canto verde. Todos accedieron a esto salvo Anumaril, quien disimuladamente se tosió en la mano. Pidió al Gran Camoran que le mostrase Savia Verde y fue llevado con uno que se encontraba en Raíz de Elden. Una vez dentro del gran graht, atravesó una puerta equívoca y encontró su anhelo: la semilla de la posibilidad. Era una de muchas, pero para Anumaril, una era suficiente.

Luego la creación: Anumaril hizo nacer el Segmento Uno entre las raíces y se lo mostró a la semilla dorada y narró un final, de forma que la piedra se convirtió en una semilla de lo definitivo. Así, el Árbol Elden no volvería a caminar, pero Anumaril aún tenía otros planes para él. Usando sus dientes como instrumentos tonales, desmanteló sus huesos y construyó con ellos una máquina del Mundus que era un reflejo de Nirn y sus planetas. Y cuando utilizó toda su sustancia para crear este planetario, colocó el cetro del segmento dentro, escondiéndolo entre las lunas.

Entonces esperó, pero lo que esperaba no ocurrió y posiblemente siga esperando. Pues Anumaril esperaba convertir Savia Verde en Blanca y Dorada, y así restaurar el reino de las Tierras Centrales. Sin embargo, Anumaril no sabía y nunca sabrá por qué su plan fracasó. Veréis, la magia ayleid se basa en «certezas», pero para Savia Verde, todo son posibilidades.

El plan del archimago ayleid no podría tener éxito ni tampoco podría fallar, pues esta es una historia que aún no ha encontrado su final.

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