a cerradura actual tiene una fascinante historia en Cyrodiil. La necesidad de restringir el acceso a las casas particulares ha sido un problema desde que las casas se construyeron. El primer sistema de seguridad consistía en una simple barra que cruzaba la puerta. La cual tenía la obvia debilidad de que solo era útil cuando el propietario estaba dentro de la casa.
El primer recuerdo que se tiene de una cerradura es la ingeniosa rompebrazos del Castillo de Anvil. El conde contemporáneo ponía cinco barras corredizas al lado de la puerta. Un agujero en la puerta justo encima de ellas le permitía alcanzarlas y manipular cualquiera de ellas. Solo una de las barras cerraba la puerta realmente. Las otras cuatro tiraban del gatillo de un mecanismo de martillo que aplastaba el brazo de la persona que intentaba abrir la puerta erróneamente. La puerta solo se podía abrir con seguridad sabiendo de antemano cual era la barra que la cerraba.
Durante más de cien años, las más avanzadas cerraduras se componían de barras corredizas y trampas penalizadoras. Entonces llegó el famoso enano Mzunchend e inventó la cerradura por clavijas. El primer ejemplo consistía en tres clavijas. La llave se giraba dentro de la cerradura cuatro veces, de cada giro dependía que las clavijas estuviesen en una posición u otra. Obviamente una clavija podía ser usada más de una vez.
Pasaron más de 65 años antes de que alguien inventase un método para abrir una cerradura de clavijas sin la llave y sin romper la cerradura. No es que el problema fuese tan difícil. Lo que ocurría es que nadie más aparte de la nobleza se podía permitir cerraduras Mzunchend. Un cerrajero empresario llamado Orenthal decidió producir en masa una forma más común de la cerradura a un precio razonable. De repente todas las tiendas tenían una cerradura. Ahora había una razón para romper las cerraduras. Los especialistas en abrir cerraduras con ganzúas de todo tipo no tardaron en aparecer. Orenthal se hizo rico inventando cerraduras cada vez más sofisticadas.
Las cerraduras de hoy día se componen de sofisticados mecanismos con clavijas activadas por muelles internos. Cada clavija de metal debe ser activada en el orden correcto para abrir la cerradura. Al activar la clavija incorrecta salta el mecanismo del muelle, de modo que la clavija bloquea o incluso rompe la llave.
La cerradura se podía complicar de dos formas. Primero, se pueden añadir clavijas dentro de la cerradura. Una cerradura de cinco clavijas es más difícil de abrir que una de tres clavijas. Segundo, puede haber más clavijas en sucesión de bloqueo. Una cerradura que requiere que se seleccionen siete clavijas para abrirse es más difícil de abrir que una que requiera cuatro.
Abrir cerraduras modernas con ganzúas es una forma de arte. Una ganzúa es una barra de metal fina con un pequeño diente al final. El diente se usa para empujar hacia arriba el mecanismo de la cerradura. El ladrón usa su habilidad y experiencia para determinar que clavija es la clavija correcta para cada pase. Un ligero tiento o empuje a la clavija determinará si está suelta. Un ladrón maestro puede detectar con precisión cual es la clavija correcta. Aquellos con menos habilidades pueden eliminar algunas pero no todas las clavijas como candidatas.
Los principiantes romperán muchas ganzúas hasta aprender este arte. Solo con tiempo y práctica mejorará al elegir cual es la clavija correcta a elegir. Por eso los ladrones novatos deben llevar siempre gran cantidad de ganzúas, mientras que los maestros solo necesitan un par de ellas.