Encontramos los cadáveres juntos. Todos sufrían las mismas deformaciones: piel quebradiza y purulenta en brazos y rostro. La quemadura del conjurador, como solemos llamarla en el Colegio. Poca duda cabe de que intentaban realizar un ritual de invocación que superaba sus facultades.
La reliquia que encontramos cerca despejó todas las posibles dudas sobre esta teoría. Admito que nunca había visto nada parecido: una gran escultura fragmentada de un guantelete, con el sello daédrico "O" grabado en la palma. Los intentos de moverla fueron inútiles. Tengo que mostrársela al archimago Sedoth en su próxima visita. Tal vez él sepa más.
Aunque no logramos mover la reliquia, conseguí arrancarle cuatro "anillos". Estoy seguro de que existe una conexión entre ellos y el ritual que los alumnos intentaban llevar a cabo.
Los guardaré en el arcanaeum hasta que podamos consultar a un maestro conjurador.