Elder Scrolls
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Artículo principal: Libros (Online)

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El arquitecto tonal Mzulchond había pasado veinte años armonizando la gran geoda de ánima que había encontrado en Duathand Interior, intentado sincronizarla con la precesión de los equinoccios duales para cautivar la Esencia de Nirnpith. Sin embargo, las afinidades vibratorias de la geoda se le seguían resistiendo, así que un día tiró los atenuadores, salió del taller y decidió ir a la cocina a por una infusión de chal.

Al aproximarse, pudo oír una música sibilante que se interrumpió en el mismo instante en que cruzó el umbral. La asistenta, una elfa de las nieves llamada Lilyarel, retiró las manos de la parte posterior de la parrilla de vapor, con una expresión de culpabilidad en el rostro.

«He oído música, Lilyarel», dijo Mzulchond. «¿Qué has escondido detrás del calorefactor?».

«No es nada, señor enano», respondió la doncella. «Una tontería que improvisé para entretenerme».

«¿Cómo? ¿Has vuelto a curiosear en mi armario de artilugios? Muéstrame qué tienes ahí».

De mala gana, la elfa de las nieves deslizó la mano por detrás de la parrilla de vapor y sacó un objeto del tamaño de un puño. Era de metal dorado, con botones de cristal que brillaban sobre la cubierta con reborde. Mzulchond extendió la mano y Lilyarel depositó el objeto sobre ella, con sumo cuidado. «No deje que se caiga», le pidió, «o se desincronizará».

«Vaya, vaya», dijo el ingeniero. «De modo que has fabricado una lente de variación tonal. ¿Esa música salía de aquí?».

«Sí, señor enano», respondió la doncella, mirando el suelo. «Espero no haber hecho nada malo».

«¿Lo dices por el aparato? Un repetidor melódico no es peligroso, a no ser que el voluminizador filtre ondas bthun. No puedes quedártelo, pues podría interferir en los condensadores estáticos».

«Oh, no se preocupe por eso. Utilicé un escudo arkoide, ¡pero pequeño!», explicó, nerviosa. «Además, no es un repetidor melódico, sino que armoniza con mis melodías mentales».

«Qué estupidez», replicó Mzulchond. «Nadie sabe cómo sincronizar una lente de variación con ciclos de conceptos mentales. Nunca se ha hecho algo así».

«Yo no sé nada de eso, señor enano», replicó Lilyarel mientras retorcía las manos, nerviosa. «Simplemente, se me ocurrió invertir el emisor de duum para cancelar las ondas demi-ektar y funcionó. ¿Podría devolvérmelo ya?».

«Espera un dzum», respondió el ingeniero levantando una mano, mientras observaba con atención el brillante aparato. «¿Invertir el emisor de duum cancela las ondas demi-ektar? Sí... Sí, ya lo entiendo. ¡Esto podría ser justo lo que necesito para armonizar la geoda de ánima con la Esencia de Nirnpith!».

Mientras Mzulchond, entusiasmado, daba media vuelta para regresar al taller con la lente de variación, la doncella elfa cogió un madero con ambas manos y le golpeó en la nuca con él. El arquitecto tonal cayó al suelo, muerto, y Lilyarel recuperó su brillante aparato. «Nunca me gustó», siseó para sí misma. «Siempre olía a aceite dwemer».

Abrió las rejillas de latón de un conducto de ventilación, accedió a su interior y empezó a descender por las entrañas de la ciudad enana. «Creo que me uniré a los submer y no volveré nunca más». Dicho esto, activó la lente de variación que, al instante, empezó a armonizarse con sus melodías mentales.

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