Elder Scrolls
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Artículo principal: Libros (Online)

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Selliel mantuvo la cabeza baja mientras atravesaba el bosque. Buscaba señales del ciervo. ¿Pasaron minutos u horas? Ella no lo sabía. Pues en su mente, solo existía la persecución.

Fue solo cuando Selliel se tropezó con el arroyo cuando se dio cuenta de lo cansada que estaba. Su anterior escaramuza con el solitario lobo le había pasado más factura de lo que creía. Sumergió las manos en el agua fría y comenzó a beber. Cerró los ojos por un momento.

Tras unos cuantos largos sorbos, abrió los ojos una vez más. El ciervo al que había estado acechando durante horas se encontraba de pie a cinco pasos de ella, bebiendo de la misma corriente. Selliel se quedó helada.

El ciervo pareció mirar a Selliel por un momento. Entonces encaró al cielo y golpeó sus pezuñas contra el suelo.

Selliel dio un paso atrás. Arco en mano, flecha en posición. El ciervo levantó la mirada otra vez. Selliel contuvo el aliento. El ciervo se alzaba imponente sobre ella, sus miradas se encontraron. Selliel contó: uno, dos, tres...

El ciervo bajó sus pezuñas y se giró. Selliel vio los tres pequeños cervatillos tras él y se quedó helada. Entonces el ciervo caminó con calma hacia ella y apartó el arco.

Selliel, vacilante, extendió la mano. El ciervo lamió su palma suavemente. Entonces resopló y caminó de vuelta a los bosques. Los cervatillos lo siguieron. En cambio, Selliel no.

*****

Ella volvió a la cima del acantilado. El lobo estaba donde lo había dejado, aún sin rastro de carroñeros. Lo despellejó, extrajo la carne y la metió en su mochila. Luego comenzó la larga caminata de vuelta a casa.

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