Artículo principal: Libros (Online)
Localizaciones[]
- Reducto de Jorunn, Marca Oriental.
Contenido[]
Por las hermanas Glumm
Los bosques encantados de los Picos de Viento Helado han sido hogar de extrañas historias y extrañas criaturas. Hemos recopilado tales historias en este volumen, en el que escribiremos lo que ha ido de boca en boca alrededor de las fogatas en la profundidad de la noche.
Las voces entre los árboles
Broggo el Pequeño no era un gran nórdico, ni uno rápido, ni siquiera uno fuerte, pero Broggo compensaba sus deficiencias con algo que muchos nórdicos no poseen: inteligencia. Se tomaba el tiempo para considerar todo lo que hacía, negándose a entregarse a las pasiones que seducen a los demás de su raza. Y eso, al final, le salvó la vida.
Un día, Broggo el Pequeño se separó de sus compañeros por accidente, perdiéndose en el solitario Bosque Encantado. Mientras vagaba por él y su miedo y su hambre crecían, Broggo se topó con un claro entre los árboles, donde decidió descansar un rato, estirándose sobre una roca suave y relativamente plana que reposaba bajo el sol de la tarde. Broggo no tardó en caer rendido.
Despertó más tarde, abriendo los ojos para encontrar que la noche había caído en el bosque. Algo lo despertó de su sueño: un sonido. Era como el susurro de una joven mujer, acompañado de risitas. Él estaba seguro de que algo o alguien se había reído, pero parecía estar solo en el claro iluminado por el pálido resplandor de la luna menguante en el cielo. Broggo se esforzaba por ver en la oscuridad más allá del claro, cuando volvió a escuchar los susurros.
«¡Ay, mira qué raíces tan bonitas!», dijo una voz entre los árboles.
«¡Y esas hojas doradas!», dijo otra.
«Es mío, hermana. Yo lo vi primero».
«¡Tú te quedaste el último! ¡Este es mío!».
Broggo casi se desmaya cuando vio las dos figuras fantasmales materializándose al borde del claro, cerca de un gran árbol de manzágoras. Un par de espíritus del bosque discutían por él. No sabía si sentirse asustado o halagado, aunque sabía que los mortales y los espíritus no deben mezclarse. Pensó que no podría llegar muy lejos si se adentraba corriendo en el oscuro bosque y estaba seguro que no podía pelear contra los espíritus, por lo que a Broggo solo le quedaba una opción.
«Hola», dijo Broggo a los espíritus. «¿Os gustaría jugar a un juego?».
Al principio, los espíritus se mostraban tímidos e incluso parecían tener miedo a Broggo. No estaban acostumbradas a que los mortales les hablasen directamente, pero poco a poco comenzaron a entablar una conversación con el nórdico, a veces siendo visibles, otras como voces incorpóreas en la oscuridad, Broggo describió un maravilloso juego que en el que se usan cartas, dados y fichas de arcilla. No era ningún juego del que los espíritus ni los nórdicos hubieran oído jamás, pues Broggo se inventaba las reglas mientras hablaba.
Pronto, los espíritus del bosque estaban acurrucados cerca de Broggo, escuchando atentamente cada palabra que el pequeño nórdico decía. Finalmente, gritaron al unísono: «¡Queremos jugar!».
«Lástima», dijo Broggo con gran decepción. «No tenemos cartas, ni dados ni fichas de arcilla. Se me quedaron en la carreta, con mis compañeros de viaje, y no sé dónde está la carreta».
«¡No hay problema!», dijo el primer espíritu.
«¡Podemos mostrarte a dónde ha ido tu carreta!».
Y justo eso hicieron los espíritus. Claro, no se alegraron cuando Broggo, junto a sus compañeros, se alejaron lejos de ellas. Mientras la carreta rodaba en el Bosque Encantado, Broggo sacó un diario y comenzó a escribir.
«¿Qué haces?», preguntó uno de sus compañeros.
«Esta tarde tuve una gran idea para un juego, quiero escribirla mientras mi memoria esté fresca».
Apariciones[]
- The Elder Scrolls Online (primera aparición).