Habla todo el rato sin parar de esa máscara abandonada suya, claro. Nos reímos a carcajadas cuando Groz la cogió y se la colocó en la cara... Amenazó con despedirnos por eso. Pero no es nada inteligente andar por ahí solo. Se dio cuenta enseguida y no volvió a mencionar nada de no pagarnos.
Así que llegamos, hojea rápidamente unos papeles y comienza a farfullar... Cabe mencionar que Groz y yo tuvimos que liquidar a diez apestosos troles para traerlo aquí, y de repente, sin aviso previo... ¡Puf! Se pone la máscara y desaparece. En un momento dado podía haberlo agarrado del pescuezo y al instante allí no hay más que aire.
En fin, al cabo de un rato no sabemos qué más hacer, así que Groz coge su equipo y se dispone a irse a casa cuando de repente reaparece con la máscara en la mano y nos suplica que no nos vayamos, que necesita que esperemos, que por eso nos paga. Entonces se coloca la máscara de nuevo en la cara y vuelve a desaparecer. He visto antes capas de invisibilidad, pero solté unos puñetazos al aire y allí no había nada de eso. Nada a lo que golpear.
Entonces vuelve a aparecer y dice que necesita más tiempo. Tiene que averiguar algo de las máscaras y vuelve a esfumarse. Eso fue ayer, y ya estoy harto de juguetear y de escribirme cartas a mí mismo, así que nos vamos al alba y, si vuelve a aparecer, juro por Azura que le clavaré la daga en el pecho para que no se mueva del sitio. Sacaremos más por él muerto de lo que nos pagaría en vida. Pero la máscara no. Esa maldita cosa puede quedarse aquí y pudrirse con él y con todos los troles de por aquí.