Elder Scrolls
Advertisement

del cieno estaba agotado, pero no podía renunciar... Había jurado eliminar hasta la última de esas bestias inmundas, y no pensaba dejarlo escapar. Si quería detenerlo, tenía que hacerlo rápido.


Saqué el arco largo y puse mi última flecha. Tomé una gran bocanada de aire y tensé la cuerda, intentando mantener apuntado al asolador de acantilados. Fue, literalmente, un tiro largo en el que la bestia ganaba distancia
Advertisement