Elder Scrolls
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Primer fragmento[]

  • Observatorio de los astrónomos, Belkarth.

Segundo fragmento[]

Contenido[]

Traducción y comentarios de Florin Jaliil

Introducción:

Escribir la biografía de alguien siempre es un reto. Generalmente el problema está en evaluar las fuentes de información, comparar los prejuicios de una crónica con otra, y con otra más. Se cuenta que Waughin Jarth, para terminar su famosa serie sobre la Reina Loba de Soledad, usó más de cien narrativas contemporáneas. No me puedo quejar de que mi tarea tenga un problema similar.

Solo hay una referencia sobre el hombre al que llamamos Topal el Timonel, el primer explorador aldmeri de Tamriel que se conoce. Solo cuatro fragmentos cortos en verso del épico «Padre del Niben» han llegado hasta nuestros días, pero ofrecen un interesante y controvertido punto de vista de mediados de la Era Merética, cuando Topal el Timonel navegó los mares que rodean Tamriel.

A pesar de que «Padre del Niben» es el único registro escrito de los viajes de Topal el Timonel, no es la única prueba de su existencia. Entre los tesoros de la gran Torre de Cristal de las islas de Estivalia, se encuentran sus burdos pero fascinantes mapas, su legado a todo Tamriel.

La traducción del Udhendra Nibenu aldmeri, «Padre del Niben», es mía y acepto que otros eruditos puedan no estar de acuerdo con mi elección de palabras. No puedo asegurar que mi traducción se aproxime a la belleza del original: me he decantado por la simple coherencia.

Primer fragmento:

El segundo barco, el Pasquiniel, tripulado por el timonel
Illio, debía seguir la piedra de ruta que apuntaba
hacia el sur; y el tercero, el Niben, tripulado por
el timonel Topal, debía seguir la piedra de ruta
que apuntaba al nordeste. Las órdenes de la
Torre de Cristal eran navegar
durante ochenta lunas y volver para informar.
Solo Niben volvió a Primada, cargado de
oro y especias, pieles y extrañas criaturas,
algunas muertas y algunas vivas.
A pesar de que Topal nunca encontró el Antiguo Ehlnofey,
narró historias de las tierras que había visitado
para deleite de todos.
Durante sesenta y seis días y noches, navegó por
furiosas olas y huracanes extintos, atravesando
nieblas que quemaban como el fuego, hasta alcanzar
la entrada de una gran bahía y atracar junto a un
prado de suaves valles acariciado por el sol.
Mientras sus hombres y él descansaban, llegó a ellos un terrible aullido,
seguido de horribles orcos que avanzaban por la sucia cañada,
con sus caníbales dientes llenos de sangre.

Durante siglos, se descubrieron esferas cristalinas en los naufragios y puertos de Aldmer, peculiares artefactos de las Eras Merética y del Amanecer que dejaron perplejos a los arqueólogos hasta que se demostró que todos tendían a rotar sobre su eje en una dirección específica. Había tres variedades: una que apuntaba hacia el sur, otra que apuntaba hacia el nordeste y otra, hacia el noroeste. No se entendía cómo funcionaban, pero parecían estar en armonía con líneas de poder concretas. Estas son las «piedras de ruta» del fragmento que cada uno de los timoneles utilizó para dirigir su nave en la dirección asignada. Un barco que no aparece en el fragmento se dirigió hacia el noroeste, hacia Thras y Yokuda. El Pasquiniel siguió la piedra de ruta del sur y, probablemente, partió hacia Pyandonea. Topal y su piedra de ruta del nordeste encontraron el continente de Tamriel.

De este fragmento se deduce la misión de los tres barcos: encontrar un pasaje de vuelta al Antiguo Ehlnofey para que los altmer que entonces vivían en Estivalia pudiesen saber qué había pasado con su tierra natal. Puesto que este libro es un estudio de Topal el Timonel, no hay lugar para explicar las diferentes teorías del exilio de los altmer del Antiguo Ehlnofey. Si usase este poema como mi única fuente, tendría que estar de acuerdo con los eruditos que creen en la tradición de que varios barcos dejaron el Antiguo Ehlnofey y fueron sorprendidos por una tormenta. Aquellos que sobrevivieron llegaron a las islas de Estivalia, pero sin sus piedras de ruta, no sabían en qué dirección se encontraba su tierra natal. Después de todo, ¿qué otra explicación habría para enviar tres barcos en tres direcciones diferentes?

Obviamente, solo uno de ellos volvió y no sabemos si alguno de los restantes encontró el Antiguo Ehlnofey, si naufragó o si cayó en manos de los antiguos pyandoneanos, de los sload o de los yokudanos. Debemos asumir, por no desprestigiar a los altmer, que al menos uno de ellos se dirigía en la dirección correcta. Podría haber sido Topal, que simplemente no fue lo suficientemente lejos hacia el nordeste.

Así pues, tenemos a Topal, que se dirigía al nordeste desde Primada, ruta que casualmente es la más larga que un barco puede tomar en el mar de Abecea sin llegar a ningún sitio. Si hubiese navegado directamente hacia el este, en unas semanas habría llegado al continente, en algún punto de lo que ahora se conoce como el oeste coloviano de Cyrodiil. Si hubiese navegado hacia el sudeste, habría llegado al montículo de Bosque Valen en pocos días. Pero, a juzgar por sus mapas y por nuestros mapas modernos, nuestro timonel navegó en línea recta hacia el nordeste, a través del mar de Abecea y hasta la bahía de Iliac, antes de tomar tierra dos meses después en lo que hoy se llama Anticlere.

Cualquiera que haya estado en las verdes colinas del sur de Roca Alta las reconocerá fácilmente en este verso. La cuestión es cómo interpretar su aparente referencia a unos orcos en la región. Según la tradición, los orcos no existieron hasta después de que los altmer se asentaran en el continente, pues nacieron como una raza distinta tras la famosa batalla entre Trinimac y Boethiah en los tiempos de Resdayn.

Pero es posible que la tradición se equivoque. Quizá los orcos eran aborígenes anteriores a la colonización aldmeri. Quizá eran un pueblo maldito de otro tipo, los «orsimer», la palabra aldmeri para «orco», cuyo nombre se aplicó a los orcos de otra era distinta. Es una pena que el fragmento termine aquí, ya que todas las pistas se pierden con él.

La parte de texto que falta entre el primer y el segundo fragmento es considerable. Deben de haber pasado más de ochenta meses, ya que Topal se encuentra en la parte opuesta de Tamriel e intenta navegar hacia el sudoeste para volver a Primada después de fracasar en su misión de encontrar el Antiguo Ehlnofey.

Segundo fragmento:

No se encontró camino hacia el oeste en los acantilados de acero
que destacaban como mandíbulas gigantes, así que el Niben
navegó hacia el sur.
Al pasar junto a una isla arenosa con un verde bosque que prometía
ser lugar de paz y relajación, la tripulación se regocijó.
Poco después, la exaltación se volvió terror cuando vieron una enorme sombra crecer
de entre los árboles, con alas correosas como una capa desplegada.
El gran lagarto murciélago era tan grande como el barco, pero el gran timonel
Topal simplemente alzó su arco y le clavó una flecha en la cabeza.
Conforme caía, le preguntó a su contramaestre: «¿Crees que está muerto?»
Y antes de que golpeara las olas de blanca barba, le
disparó otra vez en el corazón para asegurarse.
Después de esto, durante otros cuarenta días, el Niben navegó hacia el sur.

Podemos decir que, además de ser un excelente navegante, cartógrafo, superviviente y narrador, Topal era un maestro del arco. Puede ser una exageración poética, desde luego, pero tenemos pruebas arqueológicas de que los altmer meréticos eran unos sofisticados arqueros. Sus arcos hechos de capas de madera y hueso cubiertos de hilos de plata son preciosos y, después de miles de años, todavía resultan mortíferos.

Es tentador pensar que fuera un dragón, pero la criatura con la que Topal se encuentra al inicio de este fragmento parece más un antecesor del asolador de acantilados del Morrowind actual. Los traicioneros acantilados de la costa parecen situarse en la región de Necrom y la isla de Gorne puede ser donde anidaba el «lagarto murciélago». Por lo que sé, actualmente no existen criaturas parecidas en la parte oriental de Morrowind.

Tercer fragmento:

Las fétidas y malignas tierras pantanosas, con sus lagartos humanos,
se quedaron al este, y el corazón de Topal
y de sus hombres se regocijó al ver el
azulado, puro y dulce océano.
Durante tres días, navegaron con gran optimismo hacia el noroeste,
donde los esperaba Primada, pero la esperanza se convirtió
en terror cuando un escudo de tierra se
alzó ante ellos.
Topal el Timonel se encolerizó y consultó
los mapas que tan fielmente había dibujado, para ver
si era mejor ir hacia el sur, donde
el continente debía de terminar, o tomar el río que
desfilaba en dirección norte.
«¡Al norte!», gritó a sus hombres. «¡Hacia el norte vamos
ahora! ¡Sin miedo y hacia el norte!»

Siguiendo los movimientos de Topal, vemos que fue bordeando Morrowind y que se adentró en la parte sur de la Ciénaga Negra, mientras intentaba seguir lo mejor posible la dirección que su piedra de ruta le marcaba. El pantano que deja atrás probablemente esté cerca de lo que hoy conocemos como Gideon. Con el conocimiento que tenemos de la personalidad de Topal, podemos entender su frustración en la bahía que hay entre la Ciénaga Negra y Elsweyr.

Es un hombre que cumple sus órdenes explícitamente, y que sabe que debía haber seguido hacia el sureste por los ríos hasta llegar a Primada. En sus mapas, podemos ver que intentó encontrar alguna ruta, ya que señaló el mar Interior de Morrowind y varios afluentes pantanosos de la Ciénaga Negra. Sin duda no se decidió a meterse en ellos por las enfermedades y las feroces tribus argonianas que repelieron a muchos otros exploradores después de él.

Con un mapa moderno de Tamriel, podemos ver que se equivocó al dirigirse hacia el noreste en lugar de hacia el sur. No podía saber que lo que él percibía como un continente interminable era solo una península que sobresalía. Solo sabía que ya había navegado demasiado hacia el sur, así que tomó la decisión sensata, pero incorrecta, de ir río arriba.

Irónicamente, este error marcaría su sitio en la historia. La bahía que él pensó que era un océano sin fin hoy día se conoce como bahía Topal, y el río que lo desvió lleva el nombre de su barco, el río Niben.

Cuarto fragmento:

Gatos demoníacos de cuatro y dos piernas corrían a lo largo
del río, con su vista siempre fija en el barco,
susurrando, maldiciendo, escupiendo y
gruñendo con rabia.
Pero los marineros nunca tuvieron que aventurarse a las orillas,
pues árboles frutales les daban la bienvenida, dejando caer sus
brazos al borde del río como si
abrazasen a los mer. Los hombres cogieron la fruta
rápidamente, antes de que los gatos pudiesen saltar a ellos.
Durante once días, viajaron hacia el norte, hasta que llegaron
a un lago cristalino y ocho islas
de sorprendente belleza y paz.
Brillantes criaturas voladoras de gloriosos colores
los recibieron en idioma aldmer,
e hicieron que los mer se maravillasen, hasta que al fin
comprendieron que se limitaban a repetir
lo que ellos decían, sin
entender lo más mínimo. Los marineros
rieron.
Topal el Timonel estaba encantado con estas islas
y los hombres con plumas que las habitaban.
El Niben reposó allí durante una luna, y los hombres
pájaro aprendieron a pronunciar sus propias palabras,
y a escribir con las garras de sus pies.
Agradecidos por sus nuevos conocimientos, hicieron a Topal
su señor, dándole las islas como
regalo.
Topal dijo que volvería algún día, pero que primero
debía encontrar una ruta hacia Primada, muy
lejos de allí.

Este último fragmento es agridulce por varios motivos.

Sabemos que este extraño y amistoso pueblo con plumas que el timonel encontró se perdería. De hecho este poema es el único en el que se mencionan las criaturas pájaro de Cyrodiil. La literalidad con que Topal los describe no fue suficiente para salvarlos de su destino final, probablemente a manos de los «gatos demoníacos», que podemos suponer eran antiguos khajiita.

Sabemos que Topal y su tripulación nunca encontraron una ruta a las ocho islas que son ahora la Ciudad Imperial a través de la bahía de Iliac. Sus mapas cuentan la historia que este poema perdido no puede.

Vemos su mano conforme traza la ruta Niben arriba, hacia el lago Rumare y, después de intentar en vano navegar algunos afluentes que no lo llevan adonde quiere ir, podemos sentir su frustración, y la de su tripulación, mientras tienen que volver Niben abajo hacia la bahía Topal.

Allí, evidentemente, descubrieron su error anterior, ya que vemos cómo pasan la península de Elsweyr. Finalmente consiguieron navegar siguiendo la costa, junto a las orillas de Bosque Valen, hasta su hogar. Normalmente las fábulas terminan con un final feliz, pero esta comienza con uno, y la forma en que se llegó a él se ha perdido.

Aparte de las extraordinarias criaturas pájaro del Cyrodiil actual, hemos visto referencias a antiguos orcos (quizá), antiguos asoladores de acantilados, antiguos argonianos y, en este último fragmento, antiguos khajiita. Una gran historia en unas pocas líneas de verso simple, todo porque un hombre no logró encontrar su hogar y tomó todos los caminos equivocados hasta que tuvo que darse la vuelta.

Apariciones[]

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