Elder Scrolls
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...aunque desestimásemos las dudosas justificaciones de raigambre moral y política de los siglos que ambas islas permanecieron ocupadas, ¿qué ventajas económicas o militares podemos extraer de Morrowind y de la Ciénaga negra?

Y es que hubo unos cuantos beneficiarios de los monopolios imperiales que se aprovecharon de la explotación de la riqueza y recursos de estas provincias. Pero ¿y el conjunto del imperio? ¿También se beneficia? Bastante poco. El mantenimiento de la inmensa administración del imperio es tan oneroso que apenas si dan abasto los impuestos y tasas. Además, el coste de tener apostada a la Legión Imperial en los parajes lejanos e inhóspitos de estas provincias estaría justificado si hubiera constancia de las amenazas militares que pudieran venir de levante. Mas no hay razón que pruebe tal extremo. Jamás las huestes de Morrowind ni de la Ciénaga negra atenazaron a provincia imperial alguna, y menos aún a la seguridad de Cyrodiil misma.

De hecho, mayor riesgo albergan las ociosas legiones que tantos miles de dragones le cuestan a los contribuyentes. Puede que los generales de estas legiones, sin enemigos ni rivales adentro las fronteras de sus provincias, miren codiciosamente al oeste. La lealtad de sus veteranos y lo cuantioso de sus riquezas, merced a la amabilidad de los monopolistas, han hecho de estos militares actores imprevisibles en la incierta sucesión imperial.

Si se hubiera ocupado por idealismo Morrowind y la Ciénaga negra, aún se podría justificar empresa tan gravosa para el imperio. Pero parémonos a pensar en la vergüenza de un imperio que acepta tácitamente la esclavitud más atroz en Morrowind. En lugar de mandar a las legiones imperiales que liberen a los desdichados siervos khajiitas y argonianos del yugo de los elfos oscuros, pagamos a nuestros soldados para que velen por esta práctica injustificable. En el corazón de las minas de marfil de Morrowind, los esclavos trabajan para henchidos monopolistas dotados de beneficios imperiales que les proporcionan unos vergonzantes réditos, so garantía de la codicia y el fraude más rampantes.

¡Qué arrogancia la nuestra! Proclamamos haber llevado la paz y la luz al este, cuando lo que en verdad hemos hecho es mandar a nuestros ejércitos ocupar tierras que jamás nos amenazaron y recurrir a las prácticas más viles y vergonzantes para enriquecer a amigos y aduladores de la familia imperial a costa de Morrowind y la Ciénaga negra.

Vista desde una perspectiva neutra, la ocupación de las provincias del este es origen de corrupción moral, injustificable en el terreno militar y una calamidad para nuestras arcas. La única conclusión válida es disolver las legiones del oriente, retirar el aparato administrativo imperial y a los monopolistas del este, y devolver la libertad a estos antiguos territorios y pueblos. Tan sólo así albergaremos la esperanza de preservar los precarios ideales y fortunas de la cultura del oeste.

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