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  • Vástago de la Matriarca Sangrienta.

Contenido[]

¿Qué es el rito de la transmisión?

Una ceremonia en la cual un mortal infectado con vampirismo es aceptado por la Matriarca Sangrienta. Este mortal obtiene su sangre y su favor, convirtiéndose en un vástago.

¿Qué involucra la ceremonia?

Un mortal es presentado a la Matriarca Sangrienta por un vástago. El mortal será reconocido como iniciado, y el vástago será el heraldo de sangre.

El heraldo de sangre deberá preparar primero los símbolos malditos de Arkay y Molag Bal. A partir de entonces, el iniciado bebe de la cuenca del sufrimiento y la cuenca de la pérdida y descubre la historia de Lamae Bal. Entonces, el iniciado profana los símbolos. Una vez hecho esto, el iniciado se somete a la Matriarca Sangrienta y es desangrado completamente. Si la Matriarca Sangrienta considera que el iniciado es digno, ella lo revivirá con su propia sangre.

¿Qué separa a un vástago de un mero vampiro?

Un vampiro es una víctima. Son pobres criaturas que sufren de una enfermedad. Los vástagos son bendecidos directamente por la Matriarca Sangrienta. Es más potente su sangre, más terrible su ira y más hermoso su rostro.

Los vampiros son el ganado, los mortales son su alimento.

¿A quién sirven los vástagos?

Los vástagos, hijos de la Matriarca Sangrienta, no se inclinan ante nadie más. La Madre ha roto sus vínculos. Servirla es su decisión, pero la Madre verá a sus hijos unirse y volver súbditos a sus oponentes.

¿Cuál es el pacto del vástago?

Arkay el Exonerador, te maldecimos. Nos condenaste a sufrir en la oscuridad.

Pero sobrevivimos. Y en la oscuridad, nos hacemos más grandes.

Ahora, nos alimentaremos de tus seguidores. Usaremos su fuerza robada para conquistarte y consumirte.

Molag Bal, padre del tormento, te maldecimos. Nos has envenenado con tu sangre.

Pero sobrevivimos. Y gracias a tu veneno, nos hacemos más grandes.

Rey de la corrupción, tus hijos están llegando. Te contaminarán y te destruirán.

Nos mantendremos lejos de la luz. Sacrificaremos a los débiles por su aliento.

Por la sangre muerta de nuestra Madre, viviremos sin cargas. Su maldición es nuestra bendición. Su furia, nuestra gracia.

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