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Localizaciones[]
Knights of the Nine[]
- Gran capilla de Arkay, Cheydinhal.
- Gran capilla de Julianos, Skingrad.
- Gran capilla de Talos, Bruma.
- Gran capilla de Zenithar, Leyawiin.
- Universidad Arcana, Ciudad Imperial.
Skyrim[]
- Casa de Erikur, Soledad.
- Ciudadela de Ceniza Abandonada.DB
- El arcaneum, Colegio de Hibernalia.
- Saarthal.
- Sepulcro del Crepúsculo.
Online[]
- Pasadizo brillante, Ciudad Imperial.IC
Contenido[]
Por Faustillo Junio
Subconservador de Teología antigua y Paleonumerología
Biblioteca Imperial
La posición de la que disfruta Shezarr en el culto cyrodílico suele malinterpretarse. Tanto él como otras mil deidades son muy venerados en la Ciudad Imperial. El culto a Shezarr es especialmente importante en el oeste coloviano, aunque allí recibe el nombre de Shor porque los reyes occidentales son decidida y religiosamente nórdicos.
La confusión existente sobre su relación con los Divinos (con frecuencia lo llaman «Su hermano perdido») comenzó con Santa Alessia, la «Reina de los Esclavos de Cyrodiil» y fundadora del imperio cyrodílico original. En los primeros relatos cyronórdicos de las Tierras Centrales, Shezarr luchó contra los ayleid (los «altos elfos de las Tierras Centrales») en nombre de la humanidad. Después, por alguna razón desconocida, desapareció de la escena (presumiblemente, para ayudar a otros humanos en algún otro lugar) y, sin su liderazgo, los ayleid conquistaron a los humanos y los esclavizaron.
Esta esclavitud se prolongó varias generaciones. Los humanos aislados empezaron a venerar el panteón de sus maestros o, al menos, sus tradiciones nativas asimilaron tantas prácticas religiosas de los altos elfos que ambas pasaron a ser prácticamente idénticas.
En el año 242 de la Primera Era y bajo el liderazgo de Alessia, su amante semidivino Morihaus, el Aliento de Kyne, y el infame Pelinal Descarga Blanca, los humanos de Cyrodiil iniciaron una revuelta. La revolución prosperó cuando Skyrim prestó sus ejércitos a la Reina de los Esclavos del Sur. Las fuerzas de Alessia no tardaron en derrocar a las Hegemonías ayleid y, poco después, capturaron la Torre Blanca y Dorada. Entonces, Alessia se proclamó primera emperatriz de Cyrodiil, pero esto significaba que también debía de convertirse en suma sacerdotisa de Akatosh.
Sin embargo, Akatosh era un dios aldmeri y los súbditos de Alessia no querían renunciar al panteón élfico. Se trataba de una situación política muy complicada. Alessia necesitaba mantener a los nórdicos como aliados, pero (en aquel entonces) estos se oponían con fiereza a venerar a las divinidades élficas. Por otra parte, no podía obligar a sus súbditos a retomar el panteón nórdico por riesgo a que estallara una nueva revolución. Finalmente, todos hicieron concesiones y la emperatriz Alessia instauró una nueva religión: los Ocho Divinos, una síntesis elegante y bien estudiada de ambos panteones, el nórdico y el aldmeri.
Y eso significaba que Shezarr tenía que cambiar. No podía seguir siendo el señor de la guerra sediento de sangre y antialdmeri de antaño, pero tampoco podía desaparecer por completo porque que los nórdicos le retirarían su apoyo. Al final, se convirtió en el «espíritu que se encuentra detrás de toda empresa humana». Se trataba de una versión diluida y mal disimulada de Shor, pero a los nórdicos les valía.
Resulta extraño que Tiber Septim no hiciera resurgir la figura de Shezarr durante las guerras contra el Dominio de Aldmer. Sólo podemos suponer que tal vez considerara que las temeridades de la Orden de Alessia (la paradoja dragontina, la Guerra del Bienhacer o la derrota en los páramos de Glenumbria) tan solo dañarían sus aspiraciones a la corona imperial.