Elder Scrolls
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Artículo principal: Libros (Online)

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Grabado por Vothel Bethalas

A continuación se presentan dos relatos sobre el héroe nórdico Wuunding y su martillo, Tumulto. Cada ciudad que visito parece tener una nueva leyenda sobre él y cada nórdico que conozco jura que todas ellas son ciertas. La fascinación que sienten por estos héroes exagerados es, en cierto modo, encantadora, así que me ha parecido un divertimento entretenido plasmar alguno de estos relatos en papel, puesto que no los he visto preservados en ningún otro lugar.

Wuunding y la montaña

El poderoso Wuunding quería adentrarse en las altas montañas porque había oído rumores sobre un poderoso trol y deseaba enfrentarse a él. Las laderas eran empinadas y había mucha nieve, así que cada vez le costaba más avanzar. Harto de hundirse a cada paso que daba, le gritó a la montaña con todas sus fuerzas para pedirle que se despojara de su nieve, pero esta era terca y no le escuchó.

Frustrado, retiró la nieve de una roca y la golpeó con todas sus fuerzas con Tumulto. La montaña retumbó dolorida y toda la nieve se precipitó hacia el valle para dejarle pasar. Hoy en día, las montañas siguen recordando este dolor, así que ten mucho cuidado con los gritos, pues no todo el mundo es capaz de resistir a una avalancha.

El deshielo de la Marca

Antiguamente, un gran daedra helado se estableció en la Marca Oriental, masacró a los nórdicos y conjuró una ventisca interminable. Como todo buen nórdico, Wuunding odiaba a los daedra, Por eso, deseaba liberar el territorio y devolvérselo a su pueblo. Cuando intentó aventurarse en el corazón de la tormenta, advirtió que su cuerpo se empezaba a congelar y no le quedó más remedio que dar media vuelta.

Mientras bordeaba la tormenta, rezó a Kyne para pedirle ayuda. Poco después encontró una cabaña en la que vivía una anciana. La mujer lo invitó a entrar y, tras escuchar su historia, le ofreció un pequeño frasco, diciéndole: «Esto te ayudará a llegar hasta el daedra, pero no bebas demasiado de una vez». La aguamiel, la más dulce que había probado en su vida, ardía en su estómago. Se puso en marcha de inmediato, inmune a la ventisca mágica.

Cuando por fin encontró al daedra, lucharon por todo el territorio. Aquel frío mágico no se parecía a nada a lo que se hubiera enfrentado antes y sintió que sus fuerzas flaqueaban. Ignorando la advertencia de la mujer, se bebió todo el frasco. Entonces, ardió con un fuego tan poderoso que Tumulto rugió en llamas. Con cada golpe, el daedra se derretía un poco más y dejaba una estela de charcos humeantes. Al final, lo único que quedó del daedra fueron unos charcos apestosos y Wuunding y Tumulto fueron consumidos por las llamas. Hoy en día, los charcos permanecen como recuerdo del heroísmo de Wuunding.

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